La primera diferencia entre las jóvenes Antígonas y las Femen es que las primeras van vestidas. Pero es sólo la más superficial. La de fondo es que siguen la máxima de Antígona en la tragedia de Sófocles: "He nacido para compartir amor, no odio". Y hay otra, claro: no reciben subvenciones.
Las Antígonas acaban de nacer para dar la respuesta en la calle al violento grupo feminista de origen ucraniano, muy presente en Francia durante el debate sobre la ley del matrimonio homosexual. Su primera acción, frustrada por la policía, fue acercarse hasta su sede parisina a leer su manifiesto, dirigido en segunda persona a ellas. Como se lo impidió la fuerza pública, lo han hecho en un videoclip que ya es viral (ver abajo), porque no tienen empacho en cantarle algunas verdades a sus adversarias.
"Afirmáis que la condición de la mujer se defiende mostrando los senos, os respondemos que se adquiere con la dignidad. Afirmáis que la religión es una alienación, os respondemos que para muchas de nosotras es el camino de la libertad y de la autorrealización. Afirmáis que el machismo domina las sociedad y combatís a los hombres, os respondemos que sólo con los hombres seremos completamente mujeres. Reivindicáis la igualdad entre los sexos, os respondemos que es la complementariedad entre hombres y mujeres lo que enriquece la sociedad. Os pagan por reivindicar vuestras ideas, os respondemos que con la causa de la mujer no se comercia. Os afirmáis en la indignación y la violencia, nuestra fuerza son la calma y la determinación", dice, entre otras cosas, el texto. No quieren ser, dicen, "ni exhibicionistas ni histéricas".
Pero además las Femen se han encontrado con el primer gol que les meten sus rivales. Una de las Antígonas, Iseul Turan, estudiante de Derecho de 21 años, logró infiltrarse durante dos meses en el grupo feminista, según reveló Valeur Actuelles.
Llegó a participar en seis sesiones de "entrenamiento" que suelen realizar los sábados, y en las que, además de ejercicio físico y tácticas de comportamiento ante la Policía y ensayos de sus actuaciones públicas, como posar en forma que permitan fotos espectaculares para la prensa o correr por la calle dando gritos y proclamando sus consignas: "Pope no more [No más Papa]", "In gay we trust [Parodia del ´In God we trust {En Dios confiamos}´ de los billetes de dólar]" o "TopLess Yihad", entre otras.
"La Policía no es nuestra enemiga sino nuestra aliada, una forma de conseguir fotos y ruido mediático", les aleccionaba Inna, una de las fundadoras. Desnudarse ha sido su forma de hacerse famosas, pero no todas se atreven, por lo cual el grupo las admite para otro tipo de tareas de apoyo en cada acción, explica Iseul.
Las Femen se organizan en tres círculos concéntricos. El exterior, de las simpatizantes, que se mueven sobre todo en redes sociales a efectos de propaganda. Las militantes, una veintena. Y, por último, el núcleo duro que forman dos fundadoras, Inna y Oksana, y tres francesas. Estas cinco mujeres mantienen el contacto con la base ucraniana, origen del movimiento. No combaten mucho "por ideas", cuenta la joven infiltrada: "Es lo que más me ha sorprendido. Nada que ver con el feminismo intelectualoide al que estamos tan acostumbrados en Francia. Ellas están en la acción".
¿Qué tipo de personas son? Ella vio un poco de todo, desde profesoras a antiguas prostitutas, pero todas "movidas por un deseo de comprometerse con algo un poco nuevo, un poco punk, que implique un cierto riesgo, chicas que buscan un poco de protagonismo, o que simplemente se aburren". No le hicieron demasiadas preguntas para su incorporación al grupo: "Lo único que puedes ofrecerles es tu persona".
Iseul, que se define como "una católica normal", abandonó las Femen cuando iba a realizar su primera acción en la calle, el pasado sábado: "Éticamente, no quería hacerlo. Estuve dos meses, quería ver. Con eso basta".