Esperanza, firmeza y constancia. Una nueva generación de jóvenes ha despertado en Francia tras la aprobación en el país del llamado matrimonio homosexual y la adopción por parte de éstos. El Gobierno de Hollande nunca pudo llegar a imaginarse ni por asomo una resistencia tan tenaz y numerosa como la que se ha extendido por todas las regiones francesas.
 
Tras las masivas manifestaciones, llegó el turno de las veladas en las que los jóvenes oran y ofrecen una resistencia pasiva ante una ley que deja desprotegido al más débil, el niño. Este movimiento, esta nueva primavera francesa no para de crecer y esto preocupa mucho al Gobierno socialista, que ha ordenado la máxima contundencia contra ellos. Así, en las imágenes de televisión se han podido ver niños afectados por gases lacrimógenos arrojados por la Policía, sacerdotes heridos y detenidos y cargas policiales contra familias.
 
Estas veladas comenzaron en París y no paran de ser más y más numerosas. Una de las participantes es una joven española que está en la capital francesa como estudiante Erasmus. María Hernández-Mora ha relatado a Religión en Libertad su experiencia con respecto a este histórico movimiento y cómo lo está viviendo desde dentro.
 
“Nuestro silencio puede traspasar los corazones”
En este sentido, María cuenta que “desde el 16 de abril los jóvenes de París nos reunimos por las noches frente a los Inválidos. La idea es resistir de forma pacífica a esta ley. No queremos gritar, no queremos fuerza, ni violencia”. Por ello, recuerda las palabras que desde el megáfono se decía  a los miembros de la velada. “Nuestras palabras son manipuladas y diabolizadas. Sólo nuestro silencio puede tocar y traspasar los corazones. Esto no es un happening, no es una manifestación, es un testimonio. Estamos aquí para dar testimonio de la Verdad. Sólo la Verdad engendra libertad”.
 
Desde el inicio de esta resistencia el grupo ha ido creciendo considerablemente y la iniciativa se ha trasladado a decenas de ciudades francesas. Se hacen llamar “les veilleurs”. En París, cuenta María, “nos sentamos en la explanada, y entonamos bajito canciones que hablan de esperanza. Unos rezamos y otros hacen silencio”.
 
Un movimiento que no para de crecer
La evidencia no deja lugar a dudas y el poder establecido, con la izquierda laicista y la masonería a la cabeza, no pueden soportarlo. Sus leyes están uniendo a la población frente a la desunión para la que legislan. “Cada día hay más jóvenes. Perseveran los que empezaron y se unen los nuevos. Al principio sólo había jóvenes, ahora también hay familias y personas mayores. Musulmanes, judíos, cristianos y ateos. Hay gente que sale del trabajo y va directa a velar. Se sienten comprometidos con la defensa de la Verdad. No se dan por vencidos”.
 
¿Qué actos subversivos hacen estos jóvenes para tener tan alarmados al Gobierno francés? “Todos cantamos. Mientras, murmuramos L´espérance est un trésor (la esperanza es un tesoro) y se leen textos de personas de la Historia que han resistido y que han luchado por la verdad y la libertad. También testimonios de prisioneros en gulags o campos de concentración así como homilías de sacerdotes valientes como Jerzy Popieluszko…”, afirma esta joven católica madrileña.


“Seguid en la resistencia espiritual”
No les faltan los apoyos. Personalidades de la Iglesia y de la política les visitan, animan y exhortan. Saben que se está fraguando una nueva generación de jóvenes que debe nadar contracorriente.
 
Por ejemplo, el obispo de Bayona, Marc Aillet, dijo a los jóvenes en la velada de París: “seguid en la resistencia espiritual, moral e incluso política. ¡Sois unos valientes, bravo!”. También el diputado Hervé Mariton, portavoz de su partido contra esta ley, les visitó y como católico convencido les dijo que “la esperanza iluminará el mundo”.
 
Igualmente, grupos importantes de homosexuales se oponen a esta normativa. Uno de ellos fue a la velada a animarles. “Nos decía, -recuerda María-, que no se puede hablar de matrimonio homosexual ni se puede dar por hecho que es algo bello y natural. Dice que los homosexuales son conscientes de que su unión no engendra vida, y por tanto, va contra la naturaleza hablar de matrimonio  y tener hijos”.
 
Ni las cargas policiales pueden con ellos
Que tanta gente confluya en una misma idea y defensa no es admisible para el Gobierno. Y ahí están las brutales cargas policiales. Cientos de policías controlan la zona y no permiten salir del Metro en París cerca de los Inválidos. “Reciben órdenes de disolvernos y tiran de nosotros. Nosotros no nos movemos. Resistimos y seguimos murmurando el himno de la esperanza. Nos agarramos fuerte y hacemos cadenas con los brazos chico/chica mezclados para recalcar que sólo de esta unión nace la verdadera vida”.
 
De hecho, recuerda esta estudiante , “el otro día nos lanzaron bombas lacrimógenas y algunos policías estaban fuera de si”. Jóvenes agredidos y heridos, aunque no todos los agentes han actuado igual. “Había policías que con discreción nos hablaban con verdadero cariño”.
 
“La Policía nos trata como a delincuentes pero no nos violentamos pues si gritamos entramos en un juego de fuerzas y no se trata de eso. Hay grupos que provocan y se dice que hay gente infiltrada para acabar con el movimiento. Pero no lo consiguen”, cuenta emocionada.
 


“Me recordaba el Calvario”
¿Y cuál es la experiencia que está viviendo esta estudiante española? “Merece la pena ser testimonio vivo de la Verdad”, responde María. “Cuando veía a los policías que nos rodeaban y tiraban de nosotros y veía como los jóvenes resistían se me caían las lágrimas. Frente al odio y a la violencia de algunos, nosotros respondíamos con amor y con oración”.
 
De este modo, haciendo un símil María afirma que “cuando estaba ahí sentada, rezando y haciendo silencio, y miraba el panorama me recordaba al Calvario. Unos persiguen, odian, agreden, insultan…pero hay Otro que mira con compasión, acoge y ama”. Además, su conciencia le dicta no abandonar : “siento de verdad que Dios nos pide estar ahí, ser sus testigos. Hablar de Verdad y Libertad, es hablar de Dios”, insiste María.
 
Este movimiento lleva a esta española a pensar en sus padres. “Nos demuestran cada día la belleza del matrimonio y la alegría de entregarse cada día a nosotros. Desde siempre me he sentido infinitamente agradecida por ese regalazo que Dios me ha dado y ahora tengo que ser testigo de ello”.