Las conversiones son a veces instantáneas: Saulo se convierte en Pablo cuando una voz del cielo le golpea como un rayo. O en el caso del conocido intelectual francés André Frossard, que con 20 años pasó de ser un “perfecto incrédulo” a un “cristiano profundamente creyente y católico” tan solo “en diez minutos”.
Pero, por regla general, la conversión a la fe va precedida de años de búsqueda de la verdad y de estudio de la doctrina católica. Uno de esos lugares de búsqueda y estudio es el curso de fe que se celebra en la parroquia de la catedral de Bautzen, en Sajonia (Alemania).
El nombre de Bautzen está asociado, aún hoy, para muchas personas con la prisión de la policía secreta de la RDA Stasi, donde fueron encarcelados numerosos opositores al régimen. Ya antes, durante la ocupación soviética, la penitenciaría estatal de Bautzen, que existía desde 1904, fue utilizada como “campo especial del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos del NKVD”, donde murieron al menos 3.000 de los cerca de 27.300 presos entre 1945 y 1950.
Bautzen es una ciudad de casi 40.000 habitantes al este de Alemania. Foto: Jan-Herm Janssen.
En la actualidad, Bautzen es una de las ciudades más orientales de Alemania, situada a unos 50 kilómetros al este de Dresde, cerca del triángulo formado por las fronteras entre Alemania, Polonia y la República Checa.
Una minoría católica
Aunque en la ciudad sólo vive una minoría soraba de entre el cinco y el diez por ciento de la población total, Bautzen es el centro cultural de los sorabos, una minoría étnica eslava. Desde el punto de vista eclesiástico, Bautzen pertenece a la diócesis de Dresde. Una característica especial de la catedral de Bautzen es que, desde la Reforma protestante, es utilizada por católicos y protestantes para los oficios religiosos.
En Bautzen, los cristianos suponen alrededor del 25% de la población total, de los cuales aproximadamente un tercio pertenece a la Iglesia católica. La tendencia es al alza. Una parte no desdeñable de los bautismos y conversiones a la fe católica se debe al curso de fe que el párroco Veit Scapan imparte año tras año en la catedral de San Pedro. Por regla general, participan unas cinco personas, pero a veces han sido más de 20, según nos comenta el párroco de la catedral.
Christina, conversa
Para algunos de los participantes, el curso de fe conduce al bautismo. Es el caso de Christina Bachmann, que se bautizó en Bautzen en julio de 2020. Esta mujer de 40 años, madre de cuatro hijos de entre siete y 22 años, que pronto será abuela, nos habla sobre su camino hacia la Iglesia católica: “Mi abuela materna procedía de Silesia y era católica. Mi madre fue bautizada, pero su relación con la fe terminó ahí. No bautizó a ninguno de sus hijos”. En el pueblo donde creció Christina Bachmann no había iglesia. La iglesia más cercana era protestante, pero nadie hablaba de fe en su infancia.
Christina Bachmann, junto con su familia. Foto: cortesía de la familia.
Su hermana gemela se bautizó en la iglesia protestante a los 19 años, probablemente bajo la influencia de su novio; pero el bautismo de su hermana no tuvo ningún efecto duradero en Christina. Sólo cuando comenzó a trabajar en el sector eclesiástico –primero durante un año social en Cáritas, luego en una residencia de los Malteses– “fueron surgiendo preguntas”. Durante ese tiempo, le ayudó mucho una compañera, que “me atendió siempre” y más tarde se convirtió en su madrina.
En 2019, conoció a un religioso, el padre Beck de Viena, que se alojó unos días en la casa de las Hermanas Maltesas; este le dijo: “Yo le bautizaría inmediatamente a usted”. Comenzó entonces a asistir al curso de fe del párroco Scapan. Debido a las restricciones por el covid, no pudo ser bautizada en Pascua, pero recibió el bautismo el 25 de julio de 2010 y la confirmación un año más tarde.
Christina Bachmann es la única cristiana de la familia; ni su marido ni sus hijos se interesan por la fe, al menos hasta ahora. Sólo el más pequeño, Fiete, de siete años, que asiste a la escuela Montessori, sigue haciendo preguntas y leyendo la Biblia infantil. Aunque el trabajo en turnos como enfermera no siempre se lo permite, intenta asistir a misa siempre que puede.
Kristin, en búsqueda
El curso de fe de Veit Scapan no conduce al bautismo ni a la conversión a la Iglesia católica de todos los participantes... al menos no inmediatamente. Kristin Hauser nos refiere sus experiencias con el curso de fe. Esta mujer de 40 años, que también tiene cuatro hijos –dos de una relación anterior; el mayor tiene 21 años, y los dos menores, siete y tres–, trabaja como educadora infantil en la guardería de la parroquia de la catedral.
Su marido es protestante; aunque recibió el Bautismo y la confirmación, no practica. Cuando empezó a trabajar en la guardería, en 2020, empezó a preguntarse cómo podría proporcionar a los niños una buena orientación y apoyo, sobre todo porque su tercer hijo, que ingresó en la guardería en 2016, fue bautizado junto con otros niños en el verano de 2022.
Para Kristin Hauser, esta fue “una experiencia muy bonita”, sobre todo “porque los recién bautizados fueron aceptados en la comunidad por los demás niños”. Para ella, también es importante ver cómo la fe católica desempeña un papel en la guardería; por ejemplo, nos dice, la celebración de la Semana Santa fue muy impresionante para ella.
En casa tiene además que responder a las preguntas de sus hijos de tres y siete años. “Puedo buscar respuestas en Internet, pero es mucho mejor si tengo conocimientos previos”. Por eso decidió participar en el curso de fe: “El conocimiento de la fe tiene un doble beneficio para mí, como educadora y como madre”. Mientras tanto, rezan en casa, por ejemplo, bendiciendo la mesa.
Kristin Hauser está abierta al bautismo, pero aún no lo ha decidido. En cualquier caso, dice, no tiene sentido presionarse. Ahora bien, le gustaría profundizar en su fe católica.