Unas horas después de que buena parte de los líderes mundiales se diesen cita en la reinauguración de la catedral de Notre Dame, el arzobispo de París (Francia), Mons. Laurent Ulrich, presidía los nuevos fastos de la catedral que se celebraron este 8 de diciembre, consistentes en la primera misa tras su reapertura y la consagración del altar.

La misa contó nuevamente en esta ocasión con la presencia del presidente de Francia, Emmanuel Macron, así como de las principales autoridades religiosas del país, concretamente 170 obispos de todo el mundo, un sacerdote de cada una de las 106 parroquias de la arquidiócesis de París, y un sacerdote de cada una de las siete iglesias católicas de rito oriental, siendo varios los que acudieron a ambas jornadas, como el Cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York.

Ante la imagen de Nuestra Señora de París, el purpurado agradeció poder participar en la primera Misa en la catedral tras su reapertura y resaltó la generosidad de muchos, especialmente en Estados Unidos, que ayudaron en la restauración del emblemático templo.

La ceremonia de consagración del altar comenzó con la colocación en el mismo de las reliquias de cinco santos cuya historia está ligada a la Iglesia de París: Santa María Eugenia Milleret, Santa Magdalena Sofía Barat, Santa Catalina Labouré, San Carlos de Foucauld y el Beato Vladimir Ghika.

Acto seguido, Ulrich rezó la oración de consagración y ungió con el crisma el altar, antes de encender el incienso, adornar e iluminar el altar, donde ocurre "el sacrificio de Cristo, el lugar donde da su vida por todos" y que "se prepara como mesa fraterna para la Cena del Señor".

Especialmente emotiva fue la homilía del arzobispo, en la que constató que durante esa mañana, en la reapertura, "la pena del 15 de abril de 2019 se ha terminado".

"En cierto modo, y aunque la conmoción por el incendio haya sido duradera, el dolor ya estaba superado cuando la oración se elevó desde los muelles del Sena y desde cientos de millones de corazones del mundo entero", mencionó.

El arzobispo constató además como la catedral de París "recupera su esplendor como ninguna persona la ha conocido antes", e invitó a todo el pueblo francés a "participar de la alegría de los creyentes aquí, que rinden gloria a Dios de haber recuperado su Iglesia madre".

Sin embargo, pese a lo impresionante de las ceremonias y de la propia catedral, invitó a los fieles a no solo deslumbrarse por la belleza redescubierta de las piedras, sino a dejarse "guiar a las mayores alegrías, al don más hermoso que Dios les hace y nos hace de su presencia amorosa, de su cercanía a los más pobres, de su poder transformador en los sacramentos".

La cadena KTO retransmitió por completo la ceremonia, en directo y en francés: