Parece ser que fue el guión escrito por Frank Cottrell Boyce lo que convenció a la reina Isabel II de Inglaterra para interpretar personalmente junto a Daniel Craig el más polémico episodio de la ceremonia inaugural olímpica de Londres 2012.
Y es que Cottrell Boyce, de 53 años, casado y padre de siete hijos, sabe cómo captar la atención de los lectores, incluso de tan elevado rango. Es uno de los escritores de literatura infantil más galardonados del mundo, sobre todo a raíz de su novela más conocida, Millions [Millones], llevada al cine por Danny Boyle.
El protagonista de Millions, Damian, es un niño católico huérfano muy devoto que, cuando caen en sus manos dos millones de libras, las considera un regalo de Dios destinado a hacer el bien, lo cual le traerá más de un problema con su hermano Anthony y con los ladrones que perdieron ese dinero.
"Yo también soy católico", respondió Frank en una entrevista con el club del libro Mother/Daughter, a la pregunta de si la religión juega un papel importante en su vida: "Supongo que hay mucho de mí mismo tanto en Damian como en Anthony. Si los sumas (¿o los restas?), ése soy yo".
En efecto, Cottrell Boyce nació en Liverpool en el seno de una familia católica de origen irlandés y, como explicó en una ocasión a The Guardian, sus recuerdos de infancia son idílicos, también en lo religioso: "La iglesia parecía enorme, una presencia espiritual además de física, era uno de esos templos donde los ritos y milagros tienen todo su sentido". Siendo niño, Frank participó en la grabación de historias de la Biblia, poniendo en ello una voz cargada de convicción. Se casó muy joven con Denise, su esposa ("una santa", según la dedicatoria de su primera novela), quien a su vez era graduada en teología y había pensado ser monja.
Ahora Frank ha hecho unas declaraciones que recoge el The Telegraph, donde sugiere que para atraer a las personas a la iglesia hay que hacer algo más que esperar a que vengan por algún acto social: "Gente que nunca se acerca a la Iglesia siente la necesidad de hacerlo en esas ocasiones y se gasta una fortuna en bautismos, primeras comuniones, bodas y funerales. Pero, cuando vienen a nosotros ¿cómo reaccionamos? ¿Qué les ofrecemos? Nos hace felices compartir esos frutos, pero nos embaraza enseñarles el jardín donde crecen las raíces que los alimentan: nuestra fe".
Cottrel Boyce sugiere entonces "ir allí donde la gente está, y predicar en campos y tiendas... pero creo que estamos haciendo justo lo contrario".
Salir a buscar, pues, en vez de esperar, es la fórmula que propone para que los templos que conoció llenos en su niñez cada domingo vuelvan a estarlo, y no sólo cuando a la realidad sacramental se añade la ceremonia social.