François Hollande ha encontrado un hueso duro de roer en la sociedad civil francesa, que se resiste a la ingeniería social del matrimonio homosexual y lo demostró este sábado con multitudinarias manifestaciones en las principales ciudades del país.
La de París congregó a 200.000 personas -contadas por una empresa especializada- que marcharon desde Denfer-Rocherau hasta los Inválidos, a las que se sumaron 27.000 en Lyon, 11.000 en Nantes, cerca de 10.000 en Marsella, cantidades similares en Burdeos o Toulouse... Y entre los participantes, mezcla de edades, religiones e incluso tendencias políticas, con desstacadas personalidades de izquierdas como Laurence Tcheng sumándose a la oposición de las familias a su equiparación a efectos legales y de adopción con las uniones del mismo sexo.
De hecho, entre las pancartas y camisetas más vistas en las calles de París se encontraban las que reivindican el derecho de todos los niños a tener un padre y una madre, y por tanto a que se excluya de la adopción a las parejas de gays o lesbianas.
Los obispos franceses, aunque no estuvieron presentes, han apoyado las marchas y además de su pronunciamiento colectivo contra las intenciones del Elíseo y Matignon, son ya más de setenta los prelados galos que se han expresado individualmente contra el matrimonio homosexual, apelando a la resistencia de los católicos.
Una de las presencias más notables en la manifestación de París fue la del líder gay Xavier Bongibault, cuya organización, Plus gays sans marriage [Más gays pero sin matrimonio] figuraba entre las convocantes. En las últimas semanas Bongibault ha multiplicado su presencia en los medios de comunicación, rompiendo la uniformidad del discurso del lobby gay. Entrevistado este sábado, afirmó: "Creemos que un niño necesita un padre y una madre para evolucionar correctamente".
Y en otras ocasiones ha expresado de forma más extensa las razones por las que buena parte de los homosexuales no comparten la agenda de quienes se atribuyen su representación.
"Estamos secuestrados por una minoría de activistas sectarios que obligan a callar a la gran mayoría de homosexuales", declaró a finales de septiembre a Le Figaro: "Eso hace imposible pronunciarse contra el matrimonio y la adopción sin temor a ser tratado de reaccionario o de homófobo por los militantes LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales). ¡Lo cual, en mi caso, es parajójico!".
Según Bongibault, es falso que los homosexuales formen un bloque: "No estoy solo al considerar que un niño tiene necesidad de un padre y de una madre, aunque muchos aún vacilan en decirlo en voz alta por temor a perder a muchos amigos", confesaba Xavier.
"Pero la peor humillación y la peor discriminación es privarnos del debate. ¿Puede alguien imaginar sólo por un segundo que otra gran cuestión social pusiese zanjarse así, sin debate?", agrega. En su opinión, la caída libre de Hollande en las encuestas sobre su gestión tiene mucho que ver con las prisas del presidente de la República en cumplir este punto de su programa electoral, mientras ha incumplido ya decenas de otros: "El matrimonio homosexual es una cortina de humo que enmascadra su incapacidad para responder a las auténticas urgencias. No somos tontos".