Están ya de vuelta de todo con la política. Lejos de sentirse representados por un partido de centro-derecha a cuya cabeza ha estado Berlusconi hasta el año pasado, que ni mucho menos se acerca a sus pretensiones –y además que ha sido poco ejemplarizante en los últimos tiempos- ni tampoco por el centro-izquierda que está en tantísimos aspectos ideológicamente a años luz de su pensamiento (aunque englobe al Partito Democrático que proviene, entre otros, del antiguo partido de la Democracia Cristiana), los católicos italianos ya no saben hacia dónde mirar. Esto es, no saben a quién votar.

El instituto independiente de investigación de mercados IPSOS ha realizado una macro encuesta entre los creyentes de la república italiana para conocer sus intenciones respecto a las elecciones legislativas que tendrán lugar en abril del año que viene, dos años después de la llegada de Monti al poder.

Los datos fundamentales son dos. En primer lugar, nada menos que un 43% de votantes católicos ni siquiera acudiría a las urnas a votar. El desencanto ha hecho mella, y muy profunda, en un país marcado por un poder político falto de compromiso y de coherencia.

Pero aún más sorprendente es el segundo dato: no existe un interés especial por construir una nueva oferta política. De hecho, tan sólo un 9% de los católicos querría que se auspiciara un partido católico. Y esto nos lleva de nuevo al primer dato, el de la falta de coherencia entre la clase política: «Lo que existe es un deseo de un testimonio más claro, marcado y visible de los creyentes en sus diversos partidos», explica el diario Avvenire en su edición del jueves 13 de septiembre.
Pero no sólo nos deja estos dos datos la encuesta de IPSOS. Aún hay más: otra de los porcentajes más significativos es que un tercio de los entrevistados preferiría, antes que un nuevo partido, una lista cívica laica. Es decir, una organización que represente mejor su voz sin llegar a ser catalogada como «partido católico». Sería un movimiento laico que se caracterizase por una atención especial a algunos valores generales -como la familia, la cohesión social, la solidaridad o el bien común- y un claro empujo ético a la renovación social y política.

Algo así como un Hazte Oír que luche en la calle sin depender de partidos políticos ni subvenciones, y que defienda principios innegociables. Aunque no se tendría que limitar sólo a temas bioéticos y sociales como la organización española dirigida por Ignacio Arsuaga: los católicos italianos además también quieren que este movimiento social luche contra la corrupción y el derroche de la clase política.
Entre los católicos que sí acudirían a las urnas el próximo año parece prevalecer un deseo de permanencia del ejecutivo de Monti o, al límite una gran coalición.

Los creyentes de misa dominical han dejado de apoyar masivamente a la coalición de centro derecha
formada por el PDL y la Liga que en el 2008 tenían mayoría absoluta y ahora han descendido a menos de un tercio.

Los diversos partidos que están en la oposición de centro-izquierda (entre los que se encuentra el Partido Democrático que cuenta con un buen apoyo del electorado católico) conservan aún un 34% de los votos y el centro crece hasta llegar a un 16%.