El único detenido tras el incendio sufrido este sábado por la catedral de Nantes fue puesto en libertad sin cargos tras prestar declaración. Se trata de un refugiado ruandés de 39 años llegado a Francia hace tiempo y que hace de acólito durante las celebraciones. "Tengo plena confianza en él como en todos nuestros colaboradores", había declarado a los medios de comunicación el padre Hubert Champenois, rector del templo, tras conocer su arresto.
Los investigadores del siniestro habían querido conocer su versión y sus movimientos tras el cierre del templo el viernes por la noche, pues las llamas se declararon a las 7.45 horas de la mañana siguiente. Pero según informó asimismo el padre François Renaud, administrador diocesano, la inspección final antes de cerrar no la hace un voluntario, sino una persona asalariada, y el detenido no tiene llaves de la catedral. Por su parte, el organista, Michel Bourcier, le definió como "extremadamente amable y cortés", por lo que quedó "pasmado" al conocer su momentánea detención.
Finalmente, las autoridades le dejaron en libertad al no haber, según su abogado, "ningún elemento que le relacione" con los hechos.
La policía continúa intentando averiguar quién o quiénes crearon los tres focos detectados por los bomberos nada más ingresar en la catedral para apagar las llamas. Lo cierto es que no se han encontrado signos de que se haya forzado ninguna entrada para acceder al recinto.
Aunque la estructura no parece haber quedado gravemente afectada, sí son importantes los daños artísticos en la imponente catedral, dedicada a San Pedro y San Pablo y de estilo gótico tardío, pues no empezó a construirse hasta 1434 y demorándose durante cuatro siglos hasta su remate final.
Según Laurent Delpire, conservador de Antigüedades del departamento de Loira-Atlántico, las piezas de mayor valor destruidas son: el órgano del siglo XVII, totalmente consumido; las vidrieras exteriores, parte de las cuales se remontaban al siglo XVI; y un cuadro de Hippolyte Flandrin del siglo XIX.