El terremoto del domingo pasado en la región de Emilia-Romaña, en el norte de Italia, dejó siete muertos y 50 heridos. Miles personas se quedaron sin techo y tuvieron que pasar la noche en refugios improvisados.
El sismo de magnitud 5,9 en la escala de Richter, destruyó monumentos históricos y tesoros artísticos de los pueblos de la zona, entre los que destacan templos católicos de inestimable valor.
"Todas las iglesias de Finale Emilia tuvieron daños, hasta la catedral. ¡Es una tragedia!", reconoce uno de los responsables de la Protección Civil en la pequeña localidad, epicentro del temblor.
Había ceremonias de Primera Comunión previstas en varias parroquias de la región. "Si hubiera pasado en ese momento, habría sido un desastre", dijo un sacerdote de la ciudad de Mirandola.
La catedral y las torres del Castillo de las Rocas, del siglo XIII, sufrieron daños y pedazos de muros y frescos antiguos se desprendieron como si hubieran sido bombardeados.
El temblor, el más fuerte que ha sacudido Italia en tres años, se sintió en ciudades como Módena, en la región de Emilia-Romagna, en el valle del río Po, y en torno a Bolonia, Ferrara, Mantua, Rovigo y sobre todo Ferrara, ciudad declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1995.
"La reconstrucción de iglesias se iniciará lo antes posible, por ahora damos la prioridad a la población, organizando la asistencia para cerca de 3.000 evacuados", admite el vocero de la Protección Civil.
En San Carlo, el oratorio de la iglesia del siglo XVI, que estaba siendo restaurado, quedó completamente destruido y pedazos de los ángeles de la decoración se pueden ver esparcidos por el piso.
Muchas iglesias antiguas, algunas medievales con frescos delicados, eran el punto de reunión de la población.
"Hemos perdimos castillos, iglesias, el paisaje cambió", comenta con las lágrimas en los ojos Maurizio, de Finale Emilia.