No es la primera vez que recibe amenazas por sus denuncias contra la mafia -la semana pasada su coche había sido objeto de actos vandálicos por un grupo de desconocidos- pero sí la primera de muerte, con una cabeza de cerdo dejada en su casa el domingo pasado.

Se trata de Ennio Stamile, el párroco de Cetraro, en Calabria, que ha sido el destinatario de la "marca registrada" de la mafia calabresa (´Ndrangheta).

En declaraciones a Radio Vaticano, Stamile ha señalado que “ni soy un cura antimafia ni un héroe. Solo soy un sacerdote que hace el propio deber y frente al mal no podemos callar”.

“El compromiso de los sacerdotes con la legalidad es una molestia para quien se dedica a la usura y el soborno para amenazar a los más débiles con el miedo, a quienes piensan que con la deshonestidad se puede sobrevivir, que como en Calabria no hay trabajo los jóvenes de aquí deben confiar en la Ndrangheta para encontrarlo”, ha declarado.

“Por desgracia –lamenta el párroco- esta denuncia, en algunos ambientes de subcultura y subdesarrollo no es acogida como una invitación a la reflexión, a la conversión, sino como una actitud de desafío”.

Según informa la radio, al padre Stamile no le gustan las etiquetas de sacerdotes antimafia usadas por los medios de comunicación, porque “el sacerdote, como el cristiano –precisa el párroco- no va contra nadie..., los sacerdotes están de parte del hombre”. El padre Stamile considera que así sólo se consigue ofuscar la imagen de una región como Calabria, compuesta de hombres extraordinarios que hacen el bien de forma silenciosa, entregándose cotidianamente a una acción de servicio, voluntario y en favor de los más débiles.


Tras las amenazas mafiosas en su contra, el párroco ha recibido también muchas muestras de solidaridad, “pero no debemos indignarnos sólo cuando las intimidaciones van dirigidas a los sacerdotes”, añade, “sino también cuando las reciben los consejeros municipales, los médicos, los empresarios. De otra forma nuestros hermanos pueden interpretar equivocadamente estas declaraciones y percibirnos como una casta de privilegiados”.