En la Navidad de 1517, San Cayetano de Thiene, el fundador de los teatinos, experimentó una visión mística en la que la Santísima Virgen María colocaba al Niño Jesús en sus brazos mientras este ofrecía su primera misa en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma. Así lo explica el National Catholic Register.
Ocurrió dentro de los históricos muros de la Capilla de la Natividad de esa basílica mariana de Roma, donde San Cayetano de Thiene oró ante las reliquias del pesebre de Cristo.
"Jerónimo, mi padre"
"En la hora de su santísimo nacimiento me encontré en la verdadera y material santísima Natividad", escribió San Cayetano a sor Laura Mignani, monja agustina y su confidente espiritual. "De las manos de la tímida Virgen tomé aquel tierno Niño, el Verbo Eterno hecho carne", añadió.
San Cayetano también contó que San Jerónimo, cuyas reliquias se dice que descansan en la basílica, se apareció en la visión y lo animó a abrazar al Niño.
"Para animarme estaba [San] Jerónimo, mi padre, gran amante de la Natividad, cuyos restos reposan a la entrada del mismo pesebre", escribió.
La visión, que según San Cayetano ocurrió nuevamente el 1 y el 6 de enero durante las festividades de la Circuncisión y la Epifanía, ha seguido siendo un momento espiritual central para la Congregación de Clérigos Regulares, o Teatinos, la orden de sacerdotes que él cofundó.
En una entrevista con CNA en Roma, el padre Juan Roberto Orqueida, archivista jefe de la orden de los Teatinos, reveló una copia de la carta de San Cayetano, cuyo original se encuentra en Nápoles, Italia. El padre Orqueida señaló que San Cayetano fue ordenado el 30 de septiembre, festividad de San Jerónimo, y esperó deliberadamente tres meses para celebrar su primera Misa en Nochebuena en la Capilla de la Natividad.
La elección fue profundamente simbólica. La Basílica de Santa María la Mayor ha sido durante mucho tiempo una piedra angular de la devoción a la Natividad de Cristo. Conocida como "el Belén de Occidente", alberga una reliquia que se cree son fragmentos del pesebre en el que fue colocado Jesús, que ahora se puede venerar en la cripta debajo del altar principal de la basílica.
El padre Orqueida subrayó que la devoción a la Natividad de Cristo sigue siendo una parte central de la espiritualidad de la Orden Teatina hoy, añadiendo que "en el Niño Jesús, Dios que se hace parte de nuestra humanidad, se hace hombre". San Cayetano fue uno de los grandes reformadores de la Iglesia durante el período de la Reforma.
Se le recuerda como el "Santo de la Divina Providencia", título que refleja su inquebrantable confianza en Dios. Fue cofundador de la orden Teatina en 1524 para contrarrestar la corrupción de su tiempo, combinando la pobreza monástica con un ministerio activo de atención a los pobres y marginados.
El padre Enrico Danese describió la humildad y austeridad de San Cayetano: "Era intachable, casto, manso, misericordioso y lleno de toda piedad hacia los enfermos. Con sus propias manos los alimentaba y los servía. En cuanto a su habitación, era pobre. Había un pobre saco de paja donde descansaba… Su vestido era de tela burda".
San Cayetano, canonizado en 1671, es representado a menudo sosteniendo al Niño Jesús, al igual que San Antonio de Padua, quien también tuvo una experiencia mística con el Niño Jesús. Cerca de la Piazza Navona de Roma, en la Basílica teatina de Sant'Andrea della Valle, se puede ver un gran retablo y una estatua de San Cayetano sosteniendo al Niño Jesús. En Navidad, la Basílica de Sant'Andrea acoge una elaborada exposición de belenes, una tradición que se hace eco de la devoción de San Cayetano al Niño Jesús.
La Orden Teatina ha ofrecido esta oración a San Cayetano para que se rece delante de cualquier imagen del Niño Jesús durante el tiempo de Navidad:
"Dulce Niño Jesús, tú, en una visión admirable, quisiste pasar de los brazos de tu madre a los de tu sacerdote san Cayetano, que te fue agradable por la santidad de su vida y la gran fe que siempre tuvo en tu providencia. Por su intercesión, vuelve hacia nosotros tu mirada, que forma parte de la alegría de los bienaventurados del cielo, y escucha la oración que te dirigimos desde lo más profundo de nuestro corazón. Te presentamos el abandono filial que san Cayetano tuvo en ti, confiados en que, por su intercesión, todo lo que pidamos ante tu venerada imagen nos será concedido. Amén".