Aunque sin citar nombre alguno de modo explícito, los obispos italianos expresaron ayer su malestar por la escandalosa conducta privada del primer ministro Silvio Berlusconi, aireada a diario por la prensa.

"Mortifica sobre todo tener que constatar comportamientos no sólo contrarios al público decoro sino intrínsecamente tristes y vacuos", expresó el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), durante su discurso de apertura del consejo permanente de la institución.

El purpurado recordó que ya el año pasado tuvo que referirse al mismo asunto. Pero en esta ocasión usó palabras aún más fuertes y dijo que si las noticias son ciertas, "muestran estilos de vida difícilmente compatibles con la dignidad de las personas y el decoro de las instituciones y de la vida pública".

"Los comportamientos licenciosos y las relaciones inapropiadas son en sí mismos negativos y producen un daño social, prescindiendo de su notoriedad", dijo Bagnasco, advirtiendo además que "no se trata de actuar de manera distinta, sino de otra forma de pensar: hay que purificar el aire, para que las nuevas generaciones no se envenenen".

"La imagen del país en el extranjero se debilita peligrosamente", señaló.

Para el presidente de la CEI la "cuestión moral no es una invención mediática" y la vida política "contribuye a propagar la cultura de una existencia fácil y alegre, cuando debería dejar paso a la cultura de la seriedad y el sacrificio (...). La clase dirigente tiene deberes de transparencia y economía, aunque solo sea por respeto a los ciudadanos y para no humillar a los pobres".

Las ediciones digitales de la prensa y los telediarios de la RAI destacaron de inmediato la noticia.