Una guardería sueca hace una propuesta educacional que trata a los niños y las niñas sin género. La escuela Egalia no considera a los niños niños ni a las niñas niñas sino que para ellos todo es neutro.
La causa está en el insólito método pedagógico que siguen sus profesores, al eliminar por completo el uso de palabras como él y ella. En su lugar utilizan el pronombre finlandés hen, que, al ser neutro, sirve para referirse tanto a un hombre como a una mujer.
Toda la línea didáctica de la escuela se caracteriza por la ausencia de referencias o estereotipos sexuales, lo que la convierte en una experiencia única no sólo en la ‘igualitaria’ Suecia, sino incluso en todo el mundo.
En el centro, además, se utiliza la palabra “amigo” que en sueco responde al calificativo de neutro. No obstante, sino se nombran así acuden al socorrido nombre de pila para llamar a un niño o niña. Y es ahí, en ese hecho, donde se encuentra una de las fisuras de la enorme ingeniería de género que intenta levantar esta escuela sobre preceptos alejados de la naturaleza humana.
Los nombres de pila no están exentos de género. Por mucho que esta escuela se esfuerce en erradicar el género del ser humano no hay nada más femenino que llamarse María y nada más masculino que llamarse Juan. Hasta que no se llegue a la brutalidad de poner nombre de niñas a los niños y viceversa, la evidencia de la naturaleza del ser humano se hace presente siempre.
El nombre subsiste cada vez que nos personalizan, que nos significan como lo que somos, como personas, y en ese hecho nos apelamos entre nosotros como hombre o mujer, como niño o niña.
Esta experiencia suma cuarenta alumnos. La escuela dice que tras un año de funcionamiento ya tiene una lista de espera de 200 familias que esperan plaza. Y aunque esto, evidentemente, no es un ejemplo representativo de la masa crítica, sí que es una broma ilustrativa de la ideología que se intenta establecer desde algunos sectores ideológicos.
Porque ¿quiénes son los principales alimentadores de esta escuela?, las parejas homosexuales. Por lo tanto, de nuevo el homosexualismo político presiona para recomponer la sociedad a la imagen y semejanza de su modelo de vida, aunque esté fundado en fantasías alejadas de la verdad humana. Además, pone de relieve todo el artificio que monta el homosexualismo político sobre la realidad evidente.
Cuando hablamos de homosexualismo político no es otra cosa que el ejemplo que representa la guardería Egalia: una acción sobre la sociedad que quiere transformar las instituciones para erradicar la naturaleza intrínseca del ser humano.