Una explanada vacía con 1.000 velas encendidas en recuerdo de las víctimas del coronavirus y otras 21 representando a las diócesis de Portugal. Así se encontraba el Santuario de la Virgen de Fátima este martes 12 de mayo, víspera de esta gran fiesta mariana.
En el rezo del Rosario, el lucernario, la procesión de la Virgen y la celebración de la Palabra finalmente sólo pudieron estar las personas necesarias para poder llevar a cabo estos actos debido a que por primera vez y debido al coronavirus la fiesta de la Virgen de Fátima se celebra sin fieles.
Fatima, lleno de peregrinos pero no físicamente
Aunque ausentes físicamente, los peregrinos que desde sus hogares pudieron seguir los actos religiosos fueron los grandes destinatarios de las palabras del cardenal Antonio Marto, durante la celebración de la Palabra.
"Sí, están todos aquí, con la luz y el calor de la fe que llena sus corazones", dijo el obispo de Leiria-Fátima, en unas palabras que resonaron en esta enorme explanada que en circunstancias normales estaría repleta de peregrinos.
En la explanada desierta del santuario se encendieron 1.000 velas por las víctimas del coronavirus y otras 21 por las diócesis de Portugal.
Además, recordó que “el Santuario está vacío pero no desierto. Estamos físicamente separados, pero espiritualmente unidos como Iglesia, con María, de modo intenso, con el corazón lleno de fe y de confianza”.
En su homilía, el cardenal recordó a los que "sufren más y continúan sufriendo la pandemia y aquellos que pelearon y pelearon por la salud de todos". Y pidió rezar por "los fallecidos y sus familias, los enfermos, todos profesionales de la salud, cuidadores, ancianos, pobres, familias, sacerdotes, trabajadores en protección civil, transporte, limpieza, alimentos y otros que no escatiman sacrificios como los buenos samaritanos”.
El llamamiento a rezar el Rosario
El rezo del Rosario y Fátima están estrechamente unidos, pues en sus apariciones insistió mucho en que esta oración fuera rezada. Y así recordó el obispo la petición de la Virgen María en Cova da Iria.
“Hoy respondemos con el Rosario, oración ante los momentos difíciles, como Nuestra Señora indica: ‘Recen el Rosario todos los días para alcanzar la paz en el mundo y el fin de la guerra’”, indicó el cardenal Marto.
Además, señaló que “al meditar los misterios dolorosos nos unimos a toda la humanidad que sufre. Confiamos nuestro dolor al corazón materno de María”. Y por ello, añadió que “le pedimos el consuelo, la ternura y el consuelo para superar esta prueba como lo dijo a su prima Isabel. Le pedimos que con toda nuestra solidaridad, seamos testimonios que el Señor salva los corazones atribulados”.
Prosiguió su intervención recordando ante los escasos presentes físicamente que “el Señor se queda con nosotros, nos hace sentir su proximidad y su luz que ilumina la noche del mundo a través de su Madre, que nos entregó no solo como madre de los dolores sino como madre de esperanza, como estrella que orienta a los peregrinos de la fe en el mar de la historia hasta el puerto de la eternidad”.
“Santa María, Madre de Dios, Nuestra Madre, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. ¡Muéstranos el camino a tu reino! Estrella de mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino”, concluyó.
La vigilia concluyó con un gesto a todos los peregrinos que no pudieron estar físicamente presentes. Para ello, el cardenal Marto lavó los pies de tres peregrinos, que representaban a los millones de fieles que este año tuvieron que quedarse en sus casas.