El político finlandés Timo Soini, católico practicante y líder del partido de los Verdaderos Finlandeses, que en las elecciones parlamentarias de 2011 se convirtió en la tercera fuerza política del país nórdico con un 19 por ciento de los votos, ha publicado un artículo de opinión en el diario líder de EEUU, el Wall Street Journal, que se ha alzado como el más leído en la versión online durante dos semanas largas.
Debido a su posicionamiento euroescéptico y a su postura contraria al aborto, al matrimonio homosexual y a la inmigración desordenada, Tino Soini es tildado por los medios de comunicación bien pensantes como una figura populista, cuando no ultraconservadora y de extrema derecha.
Timo Soini denuncia que los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal no benefician al ciudadano común. A éste se le han recortado los ingresos (funcionarios, pensionistas, empleados), se le han subido los impuestos indirectos o simplemente se ha quedado en situación de desempleo.
Todo ello, por obra y gracia de una simbiosis mortal entre políticos y bancos. Nuestros políticos toman dinero prestado para rescatar a bancos y cajas, que a su vez les devuelven el favor comprando los bonos emitidos por los gobiernos híper-endeudados. Así se mantiene a flote un esquema piramidal. ¿Durante cuánto tiempo?
En una economía de mercado, las elecciones equivocadas deberían ser penalizadas, apunta Soini. Si se financió en exceso a deudores insolventes, la solución equivocada es la de trasladar las pérdidas a los contribuyentes a través de préstamos, garantías y esquemas opacos como el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera.
El eje Bruselas-Frankfurt impone planes de “saneamiento” no deseados a países insolventes, planes generadores de desempleo y nuevas cargas fiscales, para salvar a los grandes inversores de los países solventes, que son los principales acreedores de los primeros: bancos alemanes, franceses o españoles (éstos últimos sobrecargados de deuda pública portuguesa y española), amén de grandes fondos de inversión.
La opción natural sería la de reconocer que no se trata de un problema de liquidez sino de insolvencia o de ruina pura y dura, y que, por tanto, es preciso proceder a una restructuración o quita, en vez de incrementar el ciclo de endeudamiento piramidal (“te doy para que me des más”).
Pero claro una quita, por beneficiosa que sea para la economía real de los países afectados (los mercados se olvidan rápidamente y vuelven a funcionar con normalidad), es inaceptable para los grandes inversores tenedores de bonos de los gobiernos insolventes.
En definitiva, Soini denuncia que estos planes de “saneamiento” están afectando muy negativamente a las economías reales de Europa, debido a mayores impuestos y transferencia de riqueza de las familias y empresas a las arcas de bancos y gobiernos.
A largo plazo estos planes son insostenibles…y parece que el tiempo está dando la razón a Soini, cuando ayer mismo Jean Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, reconocía que va a ser preciso una “restructuración suave” de la deuda griega.