Las escenas de películas en las que el jefe mafioso asiste en lugar preeminente a ceremonias religiosas, rodeado de un reconocimiento social que presupone la respetabilidad y la honorabilidad, pueden pasar a la historia. Sobre todo, porque en ciertas zonas del sur de Italia no son ficciones cinematográficas, sino una dolorosa realidad a la que está empeñado en poner coto el cardenal Crescenzio Sepe.
El arzobispo de Nápoles ha repartido un folleto a sus sacerdotes con claras instrucciones para que, además de negar la sepultura eclesiástica a los mafiosos reconocidos y no arrepentidos (algo que ya había puesto en práctica hace tiempo), se les niegue la celebración de funerales, y se les prohíba actuar como padrinos en bautizos, confirmaciones y bodas.
Esta decisión está respaldada además por el diario del episcopado italiano, L´Avvenire, que este sábado incluye un editorial de apoyo y un artículo del profesor Giuseppe Savagnone que denuncia expresamente el "universo simbólico" que han creado los camorristas para "justificar sus horrendos crímenes con una apariencia de sacralidad", con la cual además "rodean su peculiar tipo de dependencia y obediencia respecto a los capos de las familias".
Aunque ha recibido amenazas, el cardenal Sepe no se arruga: "También nosotros sabemos golpear a la camorra. ¿Cómo pretende un anticristiano presentarse como cristiano ante la comunidad?".
El presidente de la Campania, Stefano Caldoro, admira la resolución del purpurado: "El cardenal Spe ha lanzado hoy un importante ejemplo de cómo se debe combatir con todas las fuerzas a todas las mafias, oponiéndose a quienes elijan seguir ese camino. Su llamamiento es poderoso y sacude las conciencias. La señal que ha lanzado debe ser atendida por todos para aislar cada vez mejor a las malas hierbas".