El Secretariado General de Enseñanza Católica francés se halla negociando con el Estado el montante exacto de puestos maestros y profesores que se suprimirán en el próximo curso. Se da la paradoja de que a medida que crece el número de padres que quieren educar a sus hijos en centros de enseñanza católicos, menos son los maestros que esos centros de enseñanza pueden contratar. Y a pesar del crecimiento de su demanda, la enseñanza católica se ha visto obligada a renunciar, en los últimos años, a nada menos que 4.800 maestros.
Ante esta situación, Eric Labarre, Secretario General de la Enseñanza Católica ha declarado que “la libertad de elección de las familias, proclamada por la Constitución, se halla en entredicho”.
En Francia se educan en centros católicos unos dos millones de niños, y cada año se quedan fuera de los mismos, por no haber plaza para ellos, una cifra indeterminada entre los 30.000 y los 40.000, un dos por ciento de los solicitantes. Pues bien, aún a pesar de dicha situación, para el curso 20111012 los centros católicos aún deberán renunciar a 1.633 maestros más.
Sensibilizado por la extraña situación, el Senado francés ha votado en diciembre la transferencia de cuatro millones de euros suplementarios a la enseñanza privada, que podría servir para el mantenimiento de 250 plazas de enseñantes. Pero el ministro de Educación, Luc Chatel, apelando al equilibrio entre enseñanza pública y enseñanza privada, y ante la difícil situación presupuestaria, no otorga fondos más que para la contratación de cien.
Eric Labarre ha pronosticado que de proseguir esta situación, la enseñanza católica se verá obligada a cerrar hasta 1.000 escuelas primarias, 140 escuelas secundarias y 80 liceos de aquí a 2015. Y ha propuesto una serie de medidas para ahorrar diferentes de la de rescindir el número de maestros y profesores. Entre las cuales, el reagrupamiento de asignaturas, la gestión intercomunal de las escuelas, el desarrollo de la enseñanza a distancia, o que se reduzcan las horas las horas lectivas en los liceos. “Nadie ha probado hasta ahora que reduciendo una hora de enseñanza en un liceo de las 28 a 35 que se proporcionan hoy día, se modifique radicalmente el porvenir o la calidad de la formación”.