En un país en el que ha habido tres destacadas reinas, además con largos y decisivos reinados en distintas épocas (Isabel I, Victoria e Isabel II), extraña que la ley sucesoria aún prime al hijo varón sobre las hijas del Monarca a la hora de la sucesión. La próxima boda del Príncipe Guillermo con Kate Middleton, el 29 de abril, ha puesto definitivamente sobre la mesa la conveniencia de modificar el Acta de Establecimiento o Ley de Instalación de 1701. Una reforma que también daría pie a anular la prohibición de que el Monarca o la persona con la que se case sean católicos.

La modificación de la ley, en realidad, va para largo, según ha advertido el Gobierno británico, sobre todo porque hay que coordinar los Parlamentos de los quince países en los que el cabeza del Estado es el Monarca inglés. Además, la urgencia de que también en esto la legislación establezca la igualdad de sexos se desvanecería si del primer embarazo de Kate Middleton nace un varón.

De todos modos, el diputado laborista Keith Vaz se ha propuesto acelerar la toma de decisión con la inclusión ayer de un propuesta en el orden del día de la Cámara de los Comunes que tendría que ser debatida a corto plazo. La iniciativa no prosperará mientras el Gobierno considere que en un asunto como este el calendario no debe forzarse, sino que debe actuarse de común acuerdo con la Familia Real y el resto de países en los que Isabel II es Reina.

«La próxima boda supone la oportunidad en una generación para cambiar la ley. El Príncipe Guillermo parece alguien moderno, y si tiene primero una hija es justo que ella se convierta en Reina de Inglaterra», defendió ayer Vaz. También en la Cámara de los Lores la cuestión fue planteada la semana pasada, con referencias también a la cuestión religiosa. «¿No es raro que, dado que hay una prohibición para católicos, no la haya también para judíos, musulmanes, hindúes o incluso ateos?», preguntó con sorna lord Dubs. El Monarca debe «estar en comunión con la Iglesia de Inglaterra» y se prohíbe que se case con una católica. El miembro de la familia real que se casa con un católico pierde su derecho sucesorio; no ocurre así si el cónyuge, después de casado, se convierte al catolicismo.
El secretario de Estado de Justicia, Tom McNally, ha respondido que por ahora el Gobierno «no tiene ningún plan para cambiar el Acta de Establecimiento», aunque admitió tenerlo en perspectiva. «Como la anterior Administración reconoció, nos estamos refiriendo a leyes de Parlamentos de países en los que no solo gobernamos nosotros. Por eso tenemos que proceder con extremo cuidado».
Ya en los últimos años del laborismo, el Gobierno anunció la intención de proceder a reformar la Ley de Instalación de 1701, en lo relativo a la discriminación tanto de sexo como religiosa, pero no dio ningún paso. El Ejecutivo de Cameron se ha pronunciado de modo menos claro, pero todo indica que al final no habrá obstáculo para que si Guillermo tiene una primogénita, esta se sitúe primera en la línea sucesoria. Más complejo es el asunto religioso. Podría admitirse un consorte católico, pero ¿qué pasaría con el Monarca, que es cabeza de la Iglesia de Inglaterra?