El presidente de Hungría y presidente de turno de la Unión Europea, Pál Schmitt, ha lamentado la exclusión de cualquier referencia a las raíces cristianas en el Tratado de Lisboa y ha defendido, en el marco de la tolerancia a todas las religiones, la mención del cristianismo en la próxima Constitución húngara.
 
En una entrevista con el diario ABC, Schmitt lamenta respecto a la no inclusión del cristianismo en el Tratado de Lisboa que “no se haya aceptado esa mención, porque los padres fundadores ya habían dicho que las bases de Europa son la filosofía griega, el derecho romano y la moral cristiana”.
 
Al respecto explica que Hungría es “un país que nació precisamente vinculado al cristianismo hace más de mil años”, aunque, matiza, “somos tolerantes con todas las creencias. La fórmula que utiliza la Constitución polaca nos parece la más adecuada”.
 
Schmitt, que se autodenomina “religioso y conservador”, defiende la presencia de estas raíces en la carta magna de un país moderno recordando que “nueve países de la UE hacen esa mención”.
 
“Cuando estuve hablando de ello con el Papa Benedicto XVI él estaba muy contento –cosa que no me extraña- y cuando me animaba a seguir con este proyecto recordábamos que el 80 por ciento de la población húngara se declara cristiana. ¿Por qué no mencionarlo? Hace mil años, los húngaros tuvieron dos opciones, la de hacerse cristianos e integrarse en la Europa Occidental cristiana o elegir otras religiones orientales. Nuestro primer Rey Esteban eligió aceptar la corona enviada por el Papa y de esta forma hizo evidente que Hungría quería anclarse a esta parte del mundo. Muchos dicen que solo haría falta citar el primer verso del himno nacional que dice: ‘que Dios bendiga a los húngaros’. Probablemente eso bastaría”.
 
Pál Schmitt, que visita oficialmente España al inicio de su presidencia de la Unión Europea, fue embajador en España entre 1993 y 1997, cuando Hungría salía del comunismo.

Schmitt fue medalla de oro en sable en los Juegos de México 1968 y Múnich 1972 y ocupó también altos cargos en el Comité Olímpico Internacional. .
 
Desde el mundo del deporte aterrizó en la política y fue embajador de Hungría en España, entre 1993 y 1997, y posteriormente en Berna.
 
En 2004 fue elegido miembro del Parlamento Europeo, donde ejercía una de las vicepresidencias y también la presidencia del Parlamento húngaro.

Es un acérrimo defensor del fomento del deporte y ha sostenido que esta actividad es una herramienta para mejorar la cohesión social y la salud democrática.

Schmitt está casado, tiene tres hijas y su currículum oficial indica que habla inglés, alemán, español, francés y ruso.