1493. 24 de enero de 1946. Hora Santa.
Yo: Mi Señor amado, ¡cuánto me gustaría aumentar unos grados en el amor y conseguirte algunas conversiones que Te hicieran, como decimos nosotros sobre la Tierra, 'enloquecer de alegría'!
El: Tienes razón, hija. Me he conducido como si estuviera loco con Mi 'Locura de la Cruz'. Admito que Me he salido de la órbita de la razón humana y ha sido con la esperanza de que algunos, conmovidos por el espectáculo de un Sacrificio tan completo, Me ofrecieran a su vez la totalidad de su ser interior. Respondiendo, agradeciendo, continuando.
¿Quieres tú ser de ese número? Dímelo así, para que Yo Me encargue de tu flaqueza. Ve cuan preciosa puede ser tu debilidad, ya que Me atrae. Ya sé que eres débil, pero no necesito de tu fuerza sino más bien de tu abandono.
Entonces, Señor -dije yo- me pongo toda entera en Tus Manos, para tener así el honor de
continuarte, ¿qué otra Gracia pudiera ser más grande? Continuar a mi Dios...
El: Pídemelo todas las mañanas. Vuélvemelo a decir por la tarde; y por la noche examina cómo lo hiciste. ¿Verdad que sabes que te escucho? ¿Que te oigo y que te colmo? Sé agradecida. Y examina el estado en que te encuentras. ¿Es el amor lo que guía tus pensamientos, la causa de tus acciones y el pulso de tu corazón?
Comprende que es mucho más dulce vivir para otro que vivir para sí y más cuando ese Otro es Dios. Y puedes estar segura de que el saber que vives para Mí, total y únicamente para Mí, me volvería, como tú lo deseas, Loco de Alegría, con esa alegría inenarrable de la Unión indefectible cimentada por el Espíritu.
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.