1071. 5 de febrero. Yo me divertía clasificando mi correo del día. "Evita hacerte valer. Oculta tu influencia. Y recuérdalo: Dios solo por Testigo, María como apoyo."
1072. 6 de febrero de 1941. Hora Santa, en Notre Dame de Nantes. Yo estaba muy
descontenta del valor de mi día.
El: "Eso no importa. Yo te tomo como eres, con tus justificados descontentos. Echa de menos el bien que no haces. Dime que mañana vas a poner más atención.
Ten la seguridad de que Yo prefiero a un alma que cae y se arrepiente, antes que a otra alma llena de orgullo por sus buenas acciones. Esta pierde todo su mérito.
Sé pequeña, muy pequeña, siempre, Mi Gabriela. Mírate en tu falta de energía, en tu
imposibilidad de ser buena sin Mi Auxilio. Eres nada. La nada de donde te saqué. Créelo en firme, porque ésta es la verdad. Y la nada no es capaz de nada. Y además, tu vestidura tiene tantas manchas. Piensa en el trapo con que se limpia debajo de los muebles. Llega hasta desear que te desprecien, para que participes conmigo, que fui despreciado. Y sin embargo, tú no eres inocente como lo era Yo.
En el desamparo de tu pobreza, mira Mis Riquezas: son todas tuyas. Mira Mi Bondad y arrójate en Mis Brazos. Mira Mi Amor y no temas nunca, pues Soy tu Salvador. Juan, Mi Apóstol decía simplemente: ‘Es el Señor', y para él eso quería decir tantas cosas. Y, ¿para ti? Para mí también muchas cosas, mi Señor. El: Es preciso que para ti Yo lo sea todo. ¿Lo entiendes? ¡Todo! Tu vida es para Mí. Para Mí tu razón, tu corazón, los motivos de tu existencia. Tu muerte dámela como el coronamiento de tu amor. Será al fin la apoteosis.
¿Recuerdas el grito que lancé antes de expirar? Os gritaba por última vez Mi Amor en medio de atroces sufrimientos. Únete a Mí. Responde a Mi grito, dáteme. Guarda todo tu 'tú' para Mí y dame las gracias porque tengo tanta Voluntad de tomarte, a ti, tan poca cosa. Te iré dando Gracias, más y más grandes, conforme te vayas haciendo más y más pequeña. Aléjate de ti misma. Que Yo te ocupe por entero. Quiero todo el lugar."