1233. Iglesia de Montrealais. Visita al Santísimo. "Unirse. Comprende que toda la vida está en ello.
¿No te es bien dulce que Yo sea la vida de tu alma? Vosotros rara vez percibís Mi Acción, pero tú cree en ella firmemente. Ofrécete seguido a la Unión y Mi actividad en ti será más grande. Y esto no siempre lo sentirás, pero busca la unión conmigo en el amor. Aun cuando tu manera de orar fuera únicamente esa, tu vida no sería simplemente ordinaria, sino toda sobrenatural y sólo el Padre conocería su verdadero valor.
"Honra Mi Delicadeza con la delicadeza de tus pensamientos y tus expresiones; compórtate
conmigo como si Yo fuera tímido; da siempre tú el primer paso. Ensaya. ¡Cuántas veces Yo os
espero y vosotros no venís! Recuerda como sufrías cuando tenías preparadas las cosas para recibir a una persona de tu particular afecto y ella te decía: 'se me olvidó'. Y, ¿qué son los amores de la Tierra en comparación con Mi Amor? Sí. Pídeme mil perdones por las citas a las que no acudiste y Mi Misericordia las olvidará.
Siempre estoy dispuesto a perdonar y apretaros contra Mi Corazón para que de El saquéis fuerza.
Únete a Mí aun en las acciones más ordinarias. En todo momento eres Mi hija pequeñita. "Este día, esta semana, este mes, están llenos de Mi Amor igual que todos los otros meses y años. Yo te amo cuando tú no piensas en eso y te preparo Gracias que tú no piensas en pedirme; pero ten un gesto hacia Mí y te lo daré todo. Hija Mía, tan pequeña y tan querida."
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.