828. Yo tenía una duda. "Tú no tienes mayor dificultad en admitir que en cada cuerpo hay un alma, ¿verdad? Y sin embargo, tú no ves tu alma. Entonces, ¿por qué tienes tanta dificultad para creer que Yo esté en tu alma en Gracia aún cuando tú no Me ves? Yo estoy ahí, no Me dejes solo. Habla conmigo."
829. 27 de enero. Nantes. "Yo habría podido amaros con menos fuerza. Ahora, alábame por este excedente de Amor. Agradece e invita a Mi Madre para que te ayude."
830. lo de febrero de 1940. "Hay almas que no van a comulgar sino por Pascua; otras Me reciben solamente en las grandes fiestas. Pero las hay también que comulgan todos los días. De igual manera, hay diferentes grados en el amor, muchos matices de delicadeza en Mi gran Familia de almas.
"Tú sé de las que Me encantan con un amor puro y desinteresado."
831. 2 de febrero, por la mañana. "Entregar el alma. Es una palabra justa, pues Yo os la había
dado. ¡Y puse en ello tanto Amor! Es preciso devolvérmela con todo el afecto y la ternura de que seáis capaces, para honrar Mi Amor primero. Cuando Yo venga a recoger esta alma preciosa, que ella Me entregue ese ‘ser que se rompe’ y Me lo dé como un perfume."
832. 4 de febrero. En mi pensamiento trataba yo de consolarlo cuando El estaba tan desfigurado por los golpes, y me preguntaba a mí misma: "Lo podré amar lo mismo cuando esté transfigurado?" El me respondió: "¿Acaso tu corazón no es el mismo cuando te pones vestidos de fiesta?"
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Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.