1456. 12 de agosto, iglesia de Fresne.
Claro que te recibo, hija Mía, aun cuando te encuentres seca y sin gusto espiritual. No te endurezcas; déjate ir en Mí. Como un cuerpo que flota al gusto de las aguas. Yo Soy esas Aguas, Yo Soy la Inmensidad. Tú no puedes saber a dónde te llevo, pero puedes abandonarte a Mí.
Desea que tu itinerario Me procure la mayor Gloria. Desea ser la dulzura de Mi Corazón. ¿No tengo acaso derecho a algunos privilegios? ¿Derecho a los favores que se dan al escogido del corazón?
Cuando tú Me dices 'Jesús amado, te doy todo lo que tengo en la vida', ¿no piensas al mismo tiempo que Yo te he dado mucho más? Pues lo que tú Me das, Yo te lo había dado. Convén en que todo lo que tienes lo has recibido de Mí y que Yo te lo he dado no para desplegar Mi Potencia, tampoco sin algún motivo preciso, sino por un Amor indecible.. .
Y los Dones están a tu medida, según tu camino, para que alcances el fin especial de tu vida. Tienes todo cuanto te hace falta para realizar la Gabriela en la que Yo soñé al crearte. ¿Me viste acaso cuando te creé? Entonces, no puedes saber el Cariño que he consagrado a tu alma desde hace tanto tiempo... desde siempre.. . Te pido, pues, que no Me tengas por demasiado exigente cuando tan seguido te digo que Me lo des todo.
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.