1411. 7 de diciembre. Hora Santa.
Yo: ¿Mi Amor, no tienes algo que decirme en este día?
El: Yo siempre tengo cosas que decirte, pues Mi Corazón late por ti sin descanso. ¿No has caído en la cuenta? ¿No estás asombrada ante el Amor de tu Dios? Aunque Lo conoces mal, esfuérzate por pensar en El y ello te será cada vez más dulce. Además, Yo quedaré feliz. Se diría que vuestro Dios os ama solamente para daros la Alegría. Y sin embargo, son tantos los que se niegan a creer... De ahí Mi inmensa Tristeza en Gethsemaní: 'Sufro hasta la muerte, porque los amo, pero ellos no pueden ni siquiera soportar que se los diga...'
Hija Mía, cree en el Amor con simplicidad. Alaba al Amor, ama al Amor. No te ocupes sino de El, que es el Tesoro de tu corazón y el Animador de tus soledades, el Compañero de tus noches.
¿Qué serías tú en el mundo sin Mí? ¿Tendrías valor para vivir y para morir? ¡Qué Refugio el que tienes en Mí!
Si conocieras Mi Sensibilidad. ...Será Ella la que os embriague en el Cielo con Su Delicadeza, Su Belleza y Su Bondad; todas esas perfecciones que tú buscas en la Tierra y que sólo encontrarás en el Infinito.
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.