1383. 22 de julio.
Trata de que te guste mucho pedir, pues a Mí me encanta dar. Que se te haga un hábito buscar Mi Ayuda. Yo querría que pidieras sin interrupción, ya que eres miserable sin interrupción.
Tú no puedes sentirlo, este gran Deseo Mío de ser llamado para auxiliar. Tu llamada Me
demuestra que tu confianza la pones en Mí y no en ti. Rasga como un vestido viejo tus hábitos de pequeñas confianzas.
Entra en el camino de las llamas. ¿No es esto lo que le sienta bien a la esposa? No temas arder demasiado. Pídeme que te haga entrar en un camino nuevo y no soñado; te sorprenderás al principio y sufrirás. Te entristecerá el recuerdo de tu pasado sin fuegos, pero al mismo tiempo te sentirás alegre. Te dirás, como los Apóstoles en Pentecostés, '¿Quién era yo? ¿Y cómo he llegado a ser lo que soy ahora?' Pero pídemelo humildemente porque sola, tú no puedes.
Entra en Mi Corazón y piensa en Mi Bondad. Piensas en tu indigencia y aspiras, con ternura y
amor, a mejorar; sabiendo que Mi Corazón te escucha y vibra de Alegría. Porque Yo puedo darte un camino de ardores, de llamas y de luz. Y cuando te lo dé, pásalo tú a los otros.
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.