1371. 10 de mayo. Iglesia de Fresne.
Yo me lamentaba de una maleta perdida.
El me dijo: Tú Me la habías dado, puesto que todo lo que es tuyo es también Mío. Consuélate pensando que quizás Yo tenía necesidad de este sacrificio para la conversión de un pecador. Tú estás dispuesta a no regatear las cosas conmigo, ya que Yo estoy profundamente en tu vida. Y permanecerás en la paz.
¿Estás conforme en que Yo lo presida todo en tu vida?
Sí, Señor, todo; hasta mi muerte. Que ella Te glorifique.
El: Busca Mi Gloria en tu vida y morirás por Mi Gloria. En el Cielo los santos continúan siendo Mi Gloria. Y glorificarme aquí abajo es comenzar desde ahora la Gloria. Únete a los santos para exaltarme; a las almas del Purgatorio para purificarte y a los santos de la Tierra para combatir y subir.
Vosotros sois los soldados de Dios, Su Milicia. Combate por Dios y responderás a tu título.
Comunica su Amor, da el ejemplo del Bien. Da con abundancia lo que has recibido con
abundancia, para que las almas se encaminen al Cielo en ejércitos apretados. ¡Cuál no será tu
recompensa si consigues aportar algo para la salvación de las almas! ¡Lo deseo tanto! ¡Hice tanto por su Salvación!
Pero la gente permanece en la ingratitud; por eso tú, aunque pequeña, debes reparar, consolar y amar en lugar de los que no aman. Hazme olvidar la ingratitud. ¡Qué no conseguirás si sabes consolarme! Pequeña hija, no olvides a tu Amigo..."
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.