1317. 30 de diciembre de 1943. Iglesia de Fresne.
Entiende, hija, que nunca estás sola y que este pensamiento te dé fuerza. Fuerza para hablarme porque ahí estoy; fuerza para obrar, porque Yo puedo ayudarte, especialmente cuando hablas con los otros. Esto es una fortuna para ti, que nunca Me agradecerás lo suficiente. Los esposos de la Tierra se ven con frecuencia obligados a separarse, pero Yo estoy siempre en lo más íntimo del ser de Mi esposa y ella puede en sí misma contemplarme. Cuando se siente muy impresionada, puede abrirme su alma y esconderse en Mis Llagas. Bebe en Ellas a grandes tragos tu santificación. Toma en Mí, toma de Mí y ofreciendo al Padre Mis Méritos, pídele que olvide tus pecados.
No se pide perdón tanto como se debiera. Y sin embargo todos saben que el Perdón se obtiene con sólo pedirlo. ¡La Alegría que tengo cuando perdono algo! En el Evangelio puedes contar Mis perdones. Perdoné a la mujer adúltera, a la cananea, al paralítico, a Magdalena, a Pedro, a Mis verdugos, al ladrón. A Judas mismo lo habría perdonado si él hubiera querido arrojarse a Mis Pies.
También perdoné a la samaritana, a muchos otros de los cuales no habla el Evangelio. Tu Dios tiene un Corazón que perdona. Llorad vuestras faltas, una tras de otra, en Mi Presencia. Mirad Mis Ojos que lloraron antes que los vuestros. Unid vuestro dolor a Mi Dolor. ¿Qué menos podríais hacer vosotros, que tanto Me hicisteis llorar?"
Gabriela Bossis (1874-1950) fue la menor de cuatro hijos en una familia católica francesa que la educó cristianamente. Se diplomó en enfermería y sirvió como tal en las misiones de Camerún, por lo que fue condecorada. Fue una persona abierta y comunicativa muy entregada a Cristo, pero que no sintió la vocación religiosa. En 1923 escribió su primera comedia, alcanzó celebridad por obras entretenidas y edificantes que se estrenaron en numerosos países, incluso interpretando ella algún papel. En 1936 comenzó a transcribir sus diálogos con el Señor, una experiencia mística que vivió durante años. Fue dirigida espiritualmente por varios sacerdotes, que dieron luego testimonio de su paz interior. En uno de sus cuadernos escribe las siguientes palabras que escuchó de Cristo: "Tú has estado siempre bajo mi dirección". Todos esos escritos se agruparon en volúmenes agrupados bajo el título Él y yo. Murió después de experimentar durante varios meses dolencias respiratorias y pérdida de visión, que sobrellevó con el mismo espíritu de conformidad con la voluntad de Dios que guió toda su vida.