1013. Octubre de 1940. Después de la comunión. “Señor, ¿soy ya un poco más santa, o menos santa?" El: "No te preocupes por el grado de tu santidad. La santidad es una obra de largo aliento.
Pero haz cuanto esté en tu mano para amarme más." Yo: "Señor, te llamo con gritos interiores."
El: "Y Yo te oigo y te comprendo. Estoy contigo. Ten paciencia con la Tierra, pues pronto vendrá la Eternidad." (Yo me preguntaba si iba a tener reuniones en mi casa con todo y estar en un retiro que El me había pedido). Me dijo: "Recuerda que la contemplación debe unirse con el apostolado. No te hurtes a nadie. Irrádiame: la esposa habla seguido de su Esposo porque lo lleva en el corazón y, sin que ella se dé cuenta, la gente piensa en El a causa de ella."
1014. Notre Dame, Nantes. Después de la comunión. "Recuerda cómo te llamé en la
pequeña capilla de C. Tú deseabas qui hubiera capillas en todas las casas. Y en ese momento tú no sabías que Yo estaba en ti y que no hay oratorio mas íntimo que tu propio corazón. Ni siquiera tienes necesidad de abrir una puerta, pues con una sola mirada estás ya a Mis Pies. Y allí le digo: "Hija, sube más alto, apóyate sobre Mi Corazón, amiga Mía escogida; respira el aire de las cumbres para fortificarte con un impulso nuevo. ¡Pequeña Mía, tan débil!"
1015. 31 de octubre. Vigilia de todos los Santos. Hora Santa en Le Fresne. El dijo: "Esta tarde ora al Padre en Unión conmigo. Tengo necesidad de oraciones, para poder derramar muchas Gracias que tengo preparadas. Ora, pues aunque seas muy miserable. Me puedes ayudar con las plegarias.
"Oremos pues juntos, sin cansarnos, durante esta hora en que Me acompañas en Mi Agonía. Más tarde sabrás el por qué y dirás: 'Señor, ¿cuándo fue el día en que Te merecí esto o aquello?
¿Cuándo cure a esta alma o gané esa buena muerte'?' Entonces te responderé: 'Cada vez que Me presentabas al Padre en las torturas de Mi Angustia; cada vez que tu alma se unió a Mi Alma dolorida, se ensanchó un poco la salud del Mirado, pues tuve en la tuya un complemento a Mi Alegría'.
"San Pablo decía: 'Sufro en mi cuerpo lo que falta a la Pasión de Cristo'. Es la parte que te toca, Mi pequeña esposa. Es para Mí tan dulce esperarla ,y tan bueno recibirla. Y lo mismo que tú Me ofreces al Padre, te ofrezco Yo para la plenitud de su Gloria."