"Ven Espíritu Santo, ven Señor, glorioso, con una hermosura que ni siquiera se puede imaginar. No permitas que yo adore cualquier cosa de la tierra. No dejes que me llene de ansiedad detrás de las cosas de este mundo, porque ningún ser de este mundo vale tanto, nada es absoluto.
Espíritu Santo, cura mi ansiedad con tu mirada. Tú eres armonía pura. En ti no hay aburrimiento ni ansiedad. Tú eres vida intensa y plena, pero al mismo tiempo eres una inmensa serenidad. Por eso, si tú invadieras mi vida, mi ansiedad se sanaría por completo.
Libérame, Espíritu Santo, de todas las ataduras interiores que me llevan a la inquietud interior, al activismo enfermizo y al desorden. Dios de paz, armoniza mis pensamientos y mis energías.
Ordena mi vida para que pueda vivir mejor en tu presencia. Sana la ansiedad que me enferma, por querer lograr la aprobación de todos.
Derrama en mí tu gracia para que pueda trabajar intensamente, pero sin ansiedades y nerviosismos.
Ven Espíritu Santo.
Amén."