“Ven Espíritu Santo. Tu mirada luminosa todo lo penetra, con paciencia e inmensa compasión. Mis infidelidades no destruyen tu amor, que siempre vuelve a buscarme, para que mi vida espiritual pueda crecer feliz en tu presencia.
Quisiera que todas mis acciones te agraden, que mi vida ya no se aparte de tu santo proyecto para mí, que todo lo que haga refleje tu luz, tu alegría y tu amor.
Pero tú conoces mi debilidad. Por eso te ruego una vez más que me toques con tu poder divino. Sin tu auxilio nada puedo. Ven Espíritu Santo.
No dejes que me dominen las malas inclinaciones. Triunfa en mí, Espíritu Santo. Triunfa con la generosidad, con la alegría, con la pureza, con el perdón. Triunfa con la bondad, con la paz, con el servicio. Triunfa con la esperanza, el fervor, los buenos deseos.
Ven Espíritu Santo, para que no me vuelvan a arrastrar las viejas costumbres, para que no me dominen otra vez las malas inclinaciones, los rencores, la melancolía.
Ven Espíritu Santo, para que todo en mí sea luminoso.
Amén."