Algunos dicen que el Espíritu Santo es solamente una energía. Pero nosotros creemos que la Biblia no dice eso, sino que es una Persona.

En la Biblia, Espíritu es el impulso de Dios, que interviene en el mundo y particularmente en el hombre. En ese sentido, se aplica a la actividad de las tres Personas de la Trinidad que obran unidas.

Pero hay textos donde la expresión Espíritu se refiere a alguien, indica una Persona distinta del Padre y del Hijo. Así lo vemos, por ejemplo, en el Evangelio de Juan. Allí se le da también el nombre de Paráclito, y se le llama el otro Paráclito, para distinguirlo de Cristo; y se le atribuye la misión de recordarnos lo que Cristo enseñó. Se dice, por otra parte, que el Padre lo envía. Se le menciona con el pronombre aquél, que no se utiliza para referirse sólo a una energía o a un impulso impersonal, sino para hablar de una Persona (Juan 14,26; 16,715).

También podríamos mencionar 1 Corintios 12,11 donde se le atribuye un poder de decisión personal: reparte los dones como él quiere. Finalmente, mencionemos Gálatas 4,6, donde se dice que el Espíritu clama "Padre", lo cual remarca que se distingue del Padre.

Sin embargo, aunque es una Persona distinta, el Espíritu no permite que nos detengamos en él, porque siempre nos orienta a Cristo, y al Padre. Lo que él nos comunica es lo que recibe de Cristo (Juan 16,1415), y lo que nos recuerda son las enseñanzas de Cristo. Pero además, él nos hace clamar: "Padre" (Gálatas 4,6; Romanos 8,15). Él, con la seducción sublime de su gracia, hace que nos enamoremos de Cristo y que nos dejemos atraer por Dios Padre.

Pidamos al Padre Dios que derrame en nosotros ese magnífico regalo del Espíritu Santo, porque su Palabra lo ha prometido:

"Y si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan" (Lucas 11,13).