El Espíritu Santo ha hecho en los seres humanos una obra maravillosa. Tenemos muchos y bellísimos ejemplos. Son los seres humanos que han dejado que el Espíritu los transformara. Entonces, él los hizo parecidos a Jesús, puso en sus vidas algo de la hermosura del Salvador, los fue tallando como una piedra preciosa, y ahora son para nosotros como un regalo de amor. Son los santos.
Ellos fueron seres humanos de carne y hueso como nosotros; llenos de debilidades y defectos, como nosotros.
Pero también, como nosotros, tenían dentro cosas lindas que el Señor les había regalado. Cuando ellos se dejaron transformar por el Espíritu Santo, él fue purificando todo lo malo y negativo, y regó con el agua de su gracia todas las buenas semillas que llevaban dentro. Por eso fueron santos.
Lo mismo puede hacer en nuestras vidas. Pero nada cambiará si confiamos sólo en nuestras fuerzas y capacidades.
Podremos cambiar por fuera, pero por dentro no habrá cambios profundos sin el fuego del Espíritu Santo.