En una carta dada a conocer este miércoles titulada La mujer en la Iglesia, el cardenal Antonio Cañizares ha recordado las razones por las que la Iglesia no admite a las mujeres a la ordenación sacerdotal, algo que no tiene nada que ver con su hipotética discriminación: "Ver el tema de la mujer en la Iglesia desde el ángulo del sacerdocio y de no ser ordenadas, y sacar la conclusión de que hay discriminación en la Iglesia respecto de la mujer, creo que resulta abusivo".
El arzobispo de Valencia recuerda las razones de esa exclusión:
-"el tema del sacerdocio ministerial pertenece a la voluntad, manifestada en hechos, de Cristo, que ha elegido a hombres, a varones";
-"algunos plantean el asunto del sacerdocio ministerial de la mujer como un derecho humano, cuando el sacerdocio no es ningún derecho, nadie tiene derecho a él", tampoco los hombres;
-"menos afortunado es plantear la cuestión como asunto y lucha de «poderes», siendo así que el sacerdocio ministerial es todo lo contrario de un «poder» como se entiende en nuestra sociedad competitiva, ya que es, ante todo y sustancialmente, un servicio pleno, ausente de poder al estilo del «mundo»".
Por tanto, no hay minusvaloración de la mujer, pues el propio Cristo puso "los cimientos para su valoración ulterior", por ejemplo encargando "a una mujer, María Magdalena, que anunciase a los Apóstoles su Resurrección".
Y "el mensaje de la Iglesia, lo que ella proclama, defiende y exige, es un abierto reconocimiento de la dignidad personal de la mujer y en cuanto mujer, con toda su femineidad, personificada radicalmente en María, la Madre de Jesús".
Ellas son la esperanza de la Iglesia
En particular los últimos Papas, afirma el prelado, están "afirmando, defendiendo, promoviendo y reivindicando la dignidad humana de la mujer, su papel específico, grandioso e insustituible en relación con la humanidad, su igualdad en cuanto naturaleza y dignidad respecto del hombre, su diferencia con el varón y su complementariedad, sus derechos inalienables que le corresponden en su igualdad y en su originalidad, su significado original e insustituible en la vida del hombre como madre y como educadora".
"Tanto la sociedad como la Iglesia necesitan de manera vital del «genio propio» de la mujer, de su contribución más propia", concluye el cardenal Cañizares: "Ellas son esperanza de la humanidad y de la Iglesia... Ellas son, en gran medida, las que están sosteniendo y llevando adelante la Iglesia a través de tantos servicios, a través de tantas tareas asumidas, a través de no pocas responsabilidades... Por ello quiero dar gracias a Dios... por las grandes maravillas que Dios ha operado en la historia de la salvación y de la humanidad a través de ellas y por ellas, por todo cuanto son y hacen en favor de la Iglesia. Al mismo tiempo pido que se sientan plenamente Iglesia, que desarrollen todas su potencialidades y capacidades en favor de la Iglesia de nuestro tiempo. Son garantía de futuro. Son esperanza".