El pasado viernes el arzobispo de Granada, Javier Martínez, publicó una carta a propósito de las próximas elecciones generales del 28 de abril titulada Trágica confusión en el pueblo cristiano, en la que sin citar a Vox se refiere a esta nueva formación política de la que muestra sus recelos, e incluso alerta a los católicos sobre el hecho depositar su voto en este partido.
Su misiva ha despertado una gran polvareda este fin de semana y el escritor Juan Manuel de Prada también ha decidido entrar en el debate mostrando aspectos negativos y también incoherentes de la carta, junto a algunos "aciertos".
"No sabemos lo que es el cristianismo"
Monseñor Martínez afirma en su carta pastoral: “He venido oyendo, con sorpresa y tengo que decir, con una preocupación creciente, y en ambientes que se consideran verdaderamente católicos, que en las próximas elecciones van a votar a una opción política que ellos ven como la más cercana a ‘la visión cristiana del mundo’. Por desgracia, en las circunstancias actuales de la Iglesia y de la sociedad, lo que eso revela sobre todo es que una parte muy considerable de quienes nos decimos católicos ya no sabemos lo que es el cristianismo, y eso nos permite confundirlo con cualquier ideología o ‘espiritualidad’, venga del lado que venga, desde las más caras y lujosas (con SPA incluido) hasta todo un euro”.
En su escrito, añade que “la miopía de ese catolicismo es tal que ni siquiera se da cuenta de que quién tiene más interés en el crecimiento y el (relativo) éxito de esas propuestas de las que hablo, y que coquetean con él, son precisamente los grupos dispuestos a todo con tal de fracturar al pueblo español y desarraigarlo total y definitivamente de su tradición cristiana. Por muy paradójico que parezca, votar a una cierta ‘derecha’ es votar a una cierta ‘izquierda’, hasta el punto de que esa ‘derecha’ parece a veces casi subvencionada. Desde luego, es esa ‘cierta’ izquierda quien la provoca y la hace crecer y la alimenta gustosamente. Y es necesario que eso se sepa. Y es necesario que un pastor de la Iglesia lo diga. Y luego, si uno lo sabe y aun así quiere votarles, porque sigue pensando que es lo mejor para todos, pues que los vote, pero que sea consciente de lo que hace”.
"Caer en la misma trampa"
De este modo, Javier Martínez prosigue su carta de esta manera: “entonces, me dicen amigos míos, un católico no tiene a quién votar. Conste que entiendo perfectamente la indignación de un pueblo que se ha visto traicionado en casi todo por aquellos a los que habían elegido como sus representantes, y entiendo el deseo de castigarles con el voto, ya que votar una vez cada cuatro años es (casi) lo único que se puede hacer para contribuir de algún modo configurar a la sociedad que deseamos. Pero me temo que no hemos aprendido la lección, y estamos, una vez más, dispuestos a caer (y más hondo todavía) en la misma trampa. Sí, no hay un partido ‘cristiano’. ¡Pues claro! ¿Qué esperábamos? No estamos en un mundo cristiano. ¿O es que no nos habíamos dado cuenta? ¿Y qué pasa? ¿Y si ésa fuera precisamente la oportunidad que Dios nos da para que supliquemos de nuevo con seriedad ‘la fe y el Espíritu Santo’, y para volver a ser cristianos —simplemente cristianos— en un mundo que, diga lo que diga, se muere de sed del Dios de Jesucristo? No necesitamos ni un partido ni un gobierno que ‘apoye’ a los cristianos. No es el pueblo cristiano el que tiene necesidad de que los políticos apoyen su visión del mundo, son más bien un cierto tipo de políticos los que buscan ansiosamente el apoyo del pueblo cristiano, y tratan a toda costa de hacernos creer que es al revés”.
Santiago Abascal es el líder de Vox y candidato del partido para las elecciones generales
Para acabar, el arzobispo de Granada indica que “esa ‘cultura de la familia y de la vida’ que ahora se nos propone como si fuera la piedra angular del cristianismo (y el anzuelo en el que van a picar miles de cristianos de buena voluntad), no sobrevive tres minutos a la pérdida de la experiencia cristiana, y si no lo vemos a nuestro alrededor, es que estamos ciegos. Pero más aún, cuando esa supuesta “cultura de la familia y de la vida” se compagina con una defensa del capitalismo global y de la cultura del máximo beneficio, o se contrapone a la caridad social y política para con los barrios marginales de nuestras ciudades o con los emigrantes, alguna alarma roja debería encenderse en nuestra conciencia”.
Y compara este partido emergente en España con L´Action Française, que “quería restaurar la cultura cristiana, pero sin la fe cristiana, sin Cristo. El supuesto restaurador, Charles Maurras, no era creyente. Muchos católicos lo apoyaron, de todos los niveles culturales y de todas las clases sociales. En el año 1926, la Santa Sede condenó a Maurras y prohibió a los católicos votarle. No todos siguieron la indicación de la Santa Sede. Pero la mayoría de quienes no lo hicieron terminaron echándose en los brazos de Hitler y Mussolini”.
La visión de Juan Manuel de Prada
Este lunes el escritor e intelectual católico Juan Manuel de Prada entraba en este debate a través de su artículo en ABC y titulado Un obispo se mete en política. La comparación que hace Martínez supuestamente entre Abascal y Maurras sería para el columnista “chusca e injuriosa”.
Pese a ello, De Prada reconoce algunas “observaciones muy atinadas” del arzobispo como cuando alerta “contra esa derecha que pretende hacer compatible el apoyo de la familia con una ‘defensa del capitalismo global y de la cultura del máximo beneficio’; o que, a la vez que se proclama proclama paladín de la vida gestante, carece de ‘caridad social y política’ hacia los inmigrantes”.
Según el escritor, Martínez también acierta en su crítica al liberalismo y cuando “sostiene que la adhesión a esta falsa religión liberal es la causa principal de la apostasía silenciosa de los católicos”.
Sin embargo, aunque ambos consideran a Vox como un partido liberal, Juan Manuel de Prada advierte de que el partido liderado por Abascal “no es más liberal que otros partidos que concurren a estas elecciones, o en elecciones pasadas, contra los que sin embargo nunca se alzó la voz de ningún obispo”.
“En algún pasaje de su carta, Javier Martínez afirma comprender la indignación de los católicos, traicionados por los peperos; sin embargo, no denuncia la connivencia de las jerarquías eclesiásticas con ellos, ni tampoco el apoyo explícito y reiterado que han recibido en diversas citas electorales desde movimientos católicos próximos a Javier Martínez”, agrega.
Por ello, De Prada añade que estas jerarquías eclesiásticas dejaron de “proclamar la doctrina católica y se conchabaron con la falsa religión liberal, no por prudencia, ni siquiera acogiéndose a la disciplina del arcano, sino para disfrutar de las prebendas del régimen político vigente”.
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