El pasado 1 de abril, el Papa Francisco comunicaba el nombramiento de Antonio Prieto como nuevo obispo de Alcalá de Henares, diócesis vacante desde el 21 de septiembre de 2022, momento en que fue aceptada la renuncia de Juan Antonio Reig Pla. Desde entonces, el obispo auxiliar de Madrid Jesús Vidal Chamorro quedó como administrador apostólico de la diócesis durante el ínterin.
A menos de un mes de tomar posesión del cargo, Prieto ya se prepara para hacer frente a los retos de dirigir una diócesis como Alcalá. Una responsabilidad que, como ha relatado recientemente al diario ABC, asume con "mucha ilusión", pero también con "temor y temblor".
Como obispo electo de la diócesis complutense y obispo auxiliar de Madrid, a Prieto se le antoja inalcanzable el sueño que tuvo desde su ordenación como "párroco de pueblo".
Cuando conoció su vocación, explica que quería aportar su "granito de arena para que la sociedad fuese un poquito mejor" desde el ámbito rural, pero desde que fue enviado a Roma al terminar sus estudios y después al seminario como vicerrector y rector veía que "el horizonte de la parroquia quedaba cada vez más lejos".
"Jesús y la Iglesia deben ser mejor presentados"
Prieto explica que ciencia y fe, lejos de ser opuestas, se dan la mano. No es una afirmación cualquiera, pues el comienzo de su vocación tuvo lugar en plena carrera de Medicina. Desde entonces, se muestra convencido de que, "si uno tiene una mirada abierta, cuanto más conoce los misterios de la ciencia, más te aproximas a Dios".
"A mí la ciencia nunca me ha separado de Dios, sino que me ha ayudado siempre a estar más cerca. Desde que era adolescente, y luego joven, mi inquietud por la ciencia era siempre mayor que por las letras. Me interesaban sobre todo las cuestiones relacionadas con el origen del Universo, la Física, la Química, así como la rama biosanitaria", recuerda.
Pero si la ciencia es lo que en cierta manera le ha acercado a Dios, la fe es lo que le da sentido a todo. De hecho afirma que "no entendería" su vida al margen de ella, pero si otros no son conscientes de esta relación es por la falta de "una buena formación", lo que asume como uno de sus retos episcopales.
"Yo veía que muchos jóvenes de mi edad tenían un conocimiento de la fe y la Iglesia que no era exacto; a veces estaba lleno de prejuicios, otras veces de informaciones sesgadas. Y también había un lenguaje antiguo que era necesario traducir al hombre de hoy. Creo que la figura de Jesucristo, de la Iglesia tienen que ser mejor presentados para ser mejor acogidos", explica.
Sacerdotes y catequesis, las directrices de Francisco
De cara a su nuevo camino como obispo, Prieto ha escogido el lema Para que tengan vida, del décimo capítulo de San Juan, en base a los consejos que le dio el Papa Francisco hace tan solo unas semanas: "Cuida a los sacerdotes, cuida la catequesis, sé un buen pastor para tu pueblo".
Precisamente la forma de presentar a Jesucristo y la Iglesia al mundo es uno de los aspectos que parecen dar forma a su nueva hoja de ruta, especialmente a la hora de que no se reduzca "a una ideología o a un sistema ético".
"Nos falta ver la vida cristiana como una vida efectivamente, una vida que se recibe en la amistad con Cristo a través de los sacramentos y que se comparte en una Comunión de la familia de la Iglesia, y que luego se testimonia", menciona.
Otro de sus retos será hacer frente a una diócesis "muy urbana", a las parroquias grandes e incluso "a los atascos" o a la falta "de pueblos pequeños", al contrario de lo que está acostumbrado en su actual dedicación como vicario general de la diócesis de Córdoba.
Menciona, por último, que "animar, estimular" y "que siga madurando" la labor impulsada por su predecesor Reig Pla es otro de sus grandes objetivos: "Es una gran responsabilidad, que yo estoy viviendo con temor y temblor, porque me veo joven y quizás inexperto. Yo lo vivo con mucha ilusión y con la confianza puesta en el Señor".
La crisis no es de vocaciones, sino de llamadas
A nivel más global, un reto al que hace frente la Iglesia universal es el de las vocaciones al sacerdocio, que para Prieto es un problema "de respuestas".
"El Señor sigue llamando, lo que pasa es que hay mucho ruido ambiental, y Dios, como no quiere forzar la libertad de nadie, pues su llamada necesita unas ciertas condiciones para ser escuchada y para ser atendida, y quizás ahí es donde debemos trabajar, sobre todo con los jóvenes, para que se pregunten si no están recibiendo esa llamada", menciona.
En su caso, no duda en afirmar que la vocación es "el mayor regalo" que ha recibido.
"Cuando uno recibe la vocación se le complica la vida, pero también te hace inmensamente feliz. La vocación suele ser como encontrarse con un tesoro. Es tan atractivo lo que uno recibe que las renuncias se notan menos", concluye.