Tras años de conflicto canónico y civil, el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez, "ha puesto en manos de la Santa Sede la solución a las diferencias de criterios con la Prelatura del Opus Dei acerca de la regularización jurídica, canónica y pastoral de Torreciudad", según afirma una nota publicada por el obispado.
La solicitud de intervención se trasladó la semana pasada a la Secretaría de Estado y al Dicasterio para el Clero, e incluye toda la documentación concerniente "a la relación contractual sobre este enclave diocesano desde 1962, así como la veintena de reuniones mantenidas a lo largo de los cuatro últimos años entre ambas partes".
La nota concluye afirmando su "plena confianza en alcanzar la resolución de este asunto", que en su opinión "constituye, desde la petición de novación contractual por parte de la Prelatura en 2020, una oportunidad para regularizar el estatus de Torreciudad y erigirlo, canónicamente, como santuario".
Así se celebró la Jornada Mariana de la Familia en el Santuario de Torreciudad el pasado 21 de septiembre.
Este conflicto entre la diócesis de Barbastro-Monzón y el Opus Dei se hizo público el 18 de julio de 2023, cuando monseñor Pérez decretó un cambio en la rectoría del santuario. El Opus Dei, prelatura a la que pertenece el santuario, consideró que no le correspondía llevar a cabo al obispo ese nombramiento. Hasta ese momento, los rectores del santuario habían sido siempre sacerdotes del Opus Dei.
A la disputa canónica por el control del santuario -una fuente viva de peregrinaciones y de devoción, con más de doscientas mil personas al año-, se suma su plasmación en el ámbito mercantil y civil. Ambas instituciones firmaron un contrato en 1962 para la gestión del templo cuya resolución es uno de los aspectos que la diócesis quiere conseguir, para lo cual en enero de este año llevó el asunto a la vía civil. El obispado quiere anular la cesión a perpetuidad que hizo entonces de la antigua ermita y la imagen secularmente venerada.
También hay una motivación económica en el problema, pues el santuario, dada su magnitud como centro de peregrinación, genera unos ingresos notables en los que la diócesis quiere tener alguna forma de participación.
Cuando, tras arduas negociaciones, pareció alcanzarse un acuerdo, antes del verano se rompieron de nuevo los contactos que se rompió antes del verano. La decisión del obispado de dejar ya la resolución del asunto en manos de la Santa Sede abre una nueva etapa.