España cuenta con 16 nuevos beatos con la incorporación este sábado de los mártires de Granada, el padre Cayetano Giménez y compañeros, que dieron su vida por la fe en el inicio de la Guerra Civil Española, entre junio y septiembre de 1936. (Puede conocer en profundidar las historias de los nuevos beatos aquí).
La ceremonia se ha llevado a cabo en la catedral de Granada y ha estado presidida por el cardenal Macello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. También han asistido el arzobispo de Granada, Javier Martínez y el Nuncio del Papa en España, Bernardito Azua. El cardenal Cañizares y otros obispos españoles también han querido estar presente en la beatificación de estos mártires.
En su homilía, el prefecto vaticano recordó que “los mártires que hoy honramos y veneramos como tantos otros de esta maravillosa tierra, han dado su testimonio a Cristo soportando grandes penalidades y sufriendo la muerte misma, en el contexto, de carácter anticristiano, de aquellos trágicos y dolorosos acontecimientos”.
De este modo, el cardenal Semeraro indicó que “los santos son un don de Dios, especialmente los mártires”.
La veneración a los hoy beatos se produjo prácticamente desde el momento de sus muertes, afirmó el enviado del Papa a la celebración. Aunque fueron cruelmente torturados y asesinados en 1936, al final de la guerra, en 1939, “sus nombres fueron esculpidos en dos pilastras de mármol en la capilla mayor de esta catedral”, lo que propició que “los sacerdotes y fieles que hoy han sido beatificados fueron, desde el inicio señalados como mártires de Granada”.
“Todos ellos, al sufrir la muerte violenta, en lo íntimo de su corazón gritaron a Dios: tu gracia vale más que la vida; tu misericordia vale más que la vida”, recalcó el cardenal italiano, que animó a honrar y venerar a los nuevos beatos, “conscientes de que en ellos, aún frágiles y débiles como nosotros, Cristo está presente, aunque en modo misterioso”.
Por su parte, Javier Martínez, arzobispo de Granada, una vez acabada la celebración recordó que la intercesión de los nuevos beatos es especialmente necesaria “cuando una nueva guerra, esa horrible derrota de nuestra humanidad, acaba de estallar en Europa”, por eso les pidió a los nuevos beatos que “intercedan ante el Señor y obtengan para los países implicados en esta guerra y para todo el mundo el don de la paz y de una convivencia basada no en intereses políticos o económicos, sino en nuestro común reconocimiento como hermanos”.
Y además insistió en que son “un estímulo para nuestra vida”, pues “nos muestran con la nitidez de un día claro de primavera, en la sencillez de sus vidas y de sus muertes, cuál es el significado de la vida”.