El viernes por la tarde-noche se celebró en la catedral de la Almudena de Madrid la séptima edición de la Noche de los Testigos, una vigilia de oración por los cristianos perseguidos que presidió el cardenal Carlos Osoro.
Tanto en la procesión de entrada como en la veneración final de los fieles tuvieron un papel destacado dos símbolos religiosos: una cruz profanada procedente de una de las iglesias de la llanura de Nínive, en Irak, y un icono de la Anunciación tiroteado por islamistas en una iglesia de Oms, en Siria.
"Entereza, valentía y fidelidad"
En la monición de entrada, Javier Menéndez Ros, director de Ayuda a la Iglesia Necesitada en España, organizadora del acto, recordó que todas las personas que iban a hablar o de quienes se iba a hablar esa noche habían demostrado "entereza, valentía y fidelidad a la fe en Cristo Jesús y testimonios de perdón, sin la que no se entendería la Cruz de Jesús".
Los primeros protagonistas fueron los rostros de diversos perseguidos y mártires en 2022, cuyas imágenes fueron llevadas en alto en un panel hasta el altar mientras se leían sus historias, extraídas de la situación en Nicaragua, China, Nigeria, Mozambique, República Democrática del Congo...
Los testigos
Posteriormente, dos cristianos procedentes de países donde la fe es perseguida ofrecieron su testimonio.
Freddy Hanna, de 35 años, es fisioterapeuta, vive en Valencia desde 2012 y tuvo que huir de Siria con toda su familia. Explicó que en 2010 los cristianos eran el 12% de la población del país y vivían en paz y armonía con los musulmanes, integrados y respetados. Ese año comenzó la guerra y los terroristas islámicos empezaron incluso a crucificar cristianos. Estado Islámico invadió la tierra de sus padres y les expulsó.
Freddy Hanna muestra su rosario.
Ellos pudieron escapar, en una huida en la que su madre no paró de rezar el Rosario: "En mi familia necesitamos rezar como comer, tenemos siempre el Rosario en la mano, todos los días, todo el rato. Jamás me separo de él", afirmó, mostrándolo a los fieles presentes". En Siria, ahora, toda la población es pobre, continuó, y falta de todo: agua, luz, comida, una situación agravada por el terremoto.
A continuación, el padre Wenceslao Belem, de Burkina Faso, explicó que su país era "el más rico del mundo" porque tenían paz, que es el bien mayor. Pero desde 2015 los católicos, que son el 15% de la población, ya no pueden ejercer la libertad religiosa porque en muchas regiones Estado Islámico imponen la religión mahometana. Convierten las escuelas en mezquitas, imponen el uso del velo y secuestran y asesinan cristianos. Los terroristas ponen minas en torno a las poblaciones para que no puedan llegar ni los militares ni los misioneros.
El padre Wenceslao Belem.
"Ir a los pueblos y atender a la gente pastoralmente es muy peligroso", relató: "Tenemos que rezar mucho, recibir los sacramentos y sobre todo la confesión antes de desplazarnos para la pastoral, por si acaso no volviéramos. Eso nos ayuda a quitarnos el miedo y a pedir la gracia de poder perdonar. Nos prepara interiormente a lo que pueda ocurrir".
En enero de 2023 fue asesinado el padre Jacques Yaro Zerbo, su profesor de liturgia veinte años antes en el seminario y buen amigo suyo. Los yihadistas detuvieron su vehículo cuando se dirigía a oficiar un funeral. "Le conocían, conocían su fe católica y sabían que no se iba a dejar intimidar, le llevaron junto a la capilla y le mataron", recordó el padre Wenceslao, tras hacer un recorrido por su vida, totalmente entregada a la evangelización.
Luego contó las circunstancias en las que realizan su labor misionera y de atención a los más necesitados, y cómo se sienten respaldados por las oraciones y la caridad de la Iglesia universal: "Somos una Iglesia perseguida, pero no olvidada, y es gracias a ustedes".
El cardenal Osoro, durante su homilía.
Tras una liturgia de la Palabra, el cardenal Osoro se dirigió a los asistentes para recordarles que contemplar a Jesucristo esa noche, como iban a hacer en la inmediata Adoración al Santísimo, "supone que no podemos separarnos ni avergonzarnos de Él, que no podemos separarnos de su Amor y que debemos acoger su Palabra en nuestra existencia".
"No nos avergoncemos de sufrir por Cristo", añadió, "damos gloria a Dios cuando es por Jesucristo y por mantener su presencia en este mundo".
Tras la Adoración y la Bendición que impartió el cardenal con el Santísimo, los presentes pudieron también acercarse a venerar y besar la Cruz iraquí y el icono sirio, con lo que concluyó la vigilia.
Vídeo íntegro del acto: