La aprobación este jueves por el Congreso de los Diputados de la ley que no solo despenaliza la eutanasia, sino que la convierte en un derecho de cuya aplicación pretende convertir en cómplice a todo el personal sanitario, ha convertido a España en un "campo de exterminio". Es la expresión que emplea el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, al recordar en una carta publicada este sábado que este nuevo avance legislativo de la cultura de la muerte viene a sumarse a las leyes que "permiten destruir la vida por nacer, tanto en el seno materno como en los laboratorios".
"Le tenían ganas"
Todo esto no sucede por casualidad, sino que obedece a un designio que viene desarrollándose desde hace décadas con un objetivo definido: "Le tenían ganas. La España tradicionalmente católica y que expandió la fe allende los mares, era un enemigo a batir por sí misma y por su repercusión en los pueblos hermanos de Hispanoamérica, Filipinas, el mismo contexto europeo y la influencia en todo el mundo de nuestros misioneros, activos colaboradores con la transmisión de la fe", señala monseñor Reig.
Desde la Transición, en la segunda mitad de la década de los 70, y aprovechado las "ambigüedades" del texto constitucional, "las fuerzas laicistas unidas a las fuerzas políticas partidarias de la relativización cultural, moral y religiosa de nuestro pueblo, han conseguido... convertir a España en un 'campo de exterminio'" a través de un "tsunami de leyes que desregulariza el patrimonio cultural y espiritual de España, enarbolando siempre la bandera de la 'libertad'".
La enumeración que hace el prelado complutense es concluyente: divorcio (1981), aborto por supuestos (1985), reproducción asistida (1988), matrimonio entre personas del mismo sexo (2005), divorcio exprés (2005), adoctrinamiento en las escuelas a través de la Educación para la Ciudadanía (2006), ampliación de la reproducción asistida (2006), ampliación del aborto con ley de plazos (2010), investigación sobre embriones (2011), asalto a la libertad de enseñanza e imposición de la ideología de género (2020), eutanasia (2021)...
"Con esta ley se consuma el proceso de transformación de la ley natural y de los llamados derechos humanos en derechos subjetivos, según los propios deseos de cada uno. Ya no quedan los bienes indisponibles. Lo que viene después son las leyes que propicien el transhumanismo", anticipa el obispo.
Un Estado sin legitimidad
Es una pugna con vencedores y vencidos: "Las fuerzas globalistas, los lobbies financieros, sus terminales eutanásicas y el laicismo militante pueden darse por vencedores ante un pueblo anestesiado por los medios de comunicación, la fuerte ingeniería social desarrollada con la perversión del lenguaje y un Tribunal constitucional atrapado por el positivismo jurídico".
Tras reiterar las razones por las que la razón y la fe rechazan la eutanasia, monseñor Reig Pla afirma que el desistimiento del Estado en la protección de la vida cuestiona su legitimidad, pues "le corresponde al Estado garantizar este cuidado" y "no hacerlo lo convierte en un Estado que no cumple su misión y queda ilegitimado en el ejercicio de este poder".
En esa anestesia de la resistencia popular tiene mucha responsabilidad que "los nuevos amos han provocado desde las instancias del poder un debilitamiento moral de nuestro pueblo" a través de un concepto de libertad "simplemente como autonomía radical del individuo sin otro horizonte que el placer y la utilidad, sin referencia a los bienes indisponibles de la persona que se cultivan por la virtud": "Se trata de la destrucción de la libertad en nombre de una libertad sin más contenido que ella misma. Una libertad perversa fuente de numerosos sufrimientos humanos: la destrucción de la vida humana, rupturas familiares, abandono de los niños, desorientación en el sentido de la vida e incluso aumento de la soledad, enfermedades psíquicas y suicidios".
"El camino es conocido: manipular el lenguaje, debilitar a la familia como educadora de sus hijos, cambiar las costumbres con ingeniería social y crear una nueva opinión de masas propiciada por la invasión masiva de los medios de comunicación social que han conseguido atravesar el alma y la mente de muchos españoles", añade. Y todo ello se ha hecho con una finalidad preconcebida: "Favorecer la secularización de la sociedad española para prescindir de Dios y de la tradición católica que sustenta una antropología adecuada que responde a los bienes y a los fines de la persona humana, la familia, la religión y la sociedad", propiciando "un multiculturalismo de corte nihilista que acaba siendo un despropósito que deja sin defensas a nuestra sociedad española".
"La Iglesia católica no puede mirar hacia otra parte", concluye monseñor Reig Pla, y es necesaria una "nueva evangelización” porque "lo que está en juego es el bien de las personas y el bien de nuestro pueblo... Aunque lo desconozcan los no creyentes, España necesita a Cristo".
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