Según pasan las semanas se van conociendo nuevos testimonios de sacerdotes, algunos bastante jóvenes, que han estado a punto de morir por el coronavirus. Uno de ellos es el padre Fredi Eresmildo Rodríguez, sacerdote diocesano de Zaragoza, y que con 37 años ha vivido estos meses una experiencia muy cercana a la muerte.
Junto a su párroco este sacerdote ayudaba en la residencia Nuestra Señora de Rodanas y ahí estaba cuando empezó el confinamiento. “No imaginábamos que nos pudiera afectar, pero nada más lejos de la realidad; el día llegó y el virus se introdujo sigilosamente en nuestras vidas y tras el primer positivo se encendieron las alarmas. Frente a esta situación me ofrecí para ayudar y acompañar a los abuelos y a sus familias poniéndolos en contacto, a través de videollamadas, siendo testigo de momentos muy emotivos”, cuenta en un testimonio publicado por Iglesia en Aragón.
Y entonces este mismo sacerdote contrajo también el virus. Ya no sólo estaría junto a los enfermos sino que sería uno más y experimentaría en su cuerpo la dureza de la enfermedad. El padre Fredi asegura que dio positivo “con una infección muy avanzada en los pulmones que hizo que los médicos tomaran decisiones urgentes. Fueron varios días en estado de coma inducido, periodo en el cual se me practicó la intubación y después la traqueotomía”.
Contra el coronavirus, fe y confianza en Dios
Este sacerdote despertó del coma y asegura que “la fe y la confianza en Dios fueron mi fortaleza, y las oraciones de cientos de personas que en distintos lugares del mundo pedían al Señor mi recuperación”.
El padre Fredi recibió el alta hospitalaria el pasado 10 de mayo / Heraldo
Tras pasar más de un mes en la UCI y otro tiempo en planta finalmente el 10 de mayo recibió el alta y ahora se recupera en su domicilio.
Este tiempo ha sido una fuerte experiencia espiritual para el padre Fredi. Y por ello asegura que “el sacerdocio para mí ha sido un verdadero regalo de Dios”. Ya estaba convencido de ello pero tras sufrir el coronavirus afirma que lo ha “confirmado”.
Nunca había visto así el amor de Dios
“Desde el primer momento del ingreso en urgencias del Hospital Clínico hasta hoy, no han parado de llegar esas muestras de cariño que unidos a la fe y la confianza en Dios, animan e impulsan para continuar luchando. Es verdad que los días en la UCI fueron bastante críticos, las frías paredes de aquel lugar, la ausencia de personas conocidas y la imposibilidad de comunicarme, hacían aún más difícil la estadía”, agrega.
Sin embargo, pese a toda esta situación el joven sacerdote tiene claro que nunca “había contemplado de una manera tan evidente el amor de Dios que se manifiesta a través de las personas”.
“Desde mi condición de sacerdote ofrezco la oración y la Eucaristía diarias en acción de gracias a Dios por la vida y por cada uno de vosotros, con una sensibilidad especial por las víctimas de esta pandemia y por sus familias, y en general para que nos proteja a todos de esta enfermedad”, concluye su testimonio.