El periodista y profesor de universidad Pedro José Rodríguez-Rabadán presentó este miércoles su libro Huellas de una tormenta. Testimonios 10 años después de la JMJ de Madrid (Palabra) en el Aula Magna de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, contando con la actuación del Coro de la JMJ. En su título ha elegido historias representativas, una veintena de testimonios, en la que en las que los jóvenes de hoy se puedan sentir identificados y en la que cualquier lector que coja el libro sirva para rememorar lo que pasó hace 10 años en Madrid.
Las cifras de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, del 16 al 21 de agosto de 2011 (la última del pontificado del Papa emérito Benedicto XVI) son realmente impactantes: más de millón y medio de jóvenes de 193 países, con 841 obispos, 14.000 sacerdotes, 30.000 voluntarios y 5.000 periodistas acreditados.
-¿Cómo vivió usted este evento, de qué manera pudo participar en el mismo y qué destacaría más del ambiente que allí se vivió?
-Lo viví retransmitiendo para Telemadrid toda la JMJ en programas especiales, de muchas horas, siguiendo el minuto a minuto del evento, Y con mucha ilusión, porque para mí era muy importante esa transmisión, tanto profesionalmente como personalmente.
»Efectivamente pude comprobar cómo mi misión no era la del típico periodista protagonista sino más bien la de un periodista que tenía que servir a la Verdad, con mayúsculas. Dejar que fuera lo que iba a ocurrir ahí, ese encuentro de Dios con los jóvenes, ese encuentro del Papa con los jóvenes también, fuera lo que hablara por sí mismo. Éramos simples transmisores de lo que iba pasando allí.
Pedro José Rodríguez-Rabadán.
»Eso se pudo ver de forma especialmente luminosa en la vigilia de oración, después de esa tormenta enorme que cayó sobre Cuatro Vientos, y que dejó todo el aeródromo convertido en un lodazal. Luego llegó esa adoración eucarística en donde se postraron casi dos millones de personas, de jóvenes, delante del Señor. Y se produjo un momento increíble de silencio que la televisión pudo captar y transmitir a todos los espectadores. En ese momento, tanto yo como los que estábamos también en la transmisión, vivimos y pudimos sentir la intensidad de lo que estaba pasando allí, a todos nos tocó el corazón también.
»Puedo decir que personalmente fue sido un momento increíble, que todavía tengo grabado, que ha dejado la huella -como dice el título- y que es una huella imborrable.
-¿Cree que ha cambiado sustancialmente, a mejor, en valores humanos, la juventud española por el "efecto JMJ 2011"? ¿Más alegre, limpia, solidaria, sana, íntegra, centrada...? ¿Tal vez no se comunica más y mejor lo que los jóvenes están haciendo bien?
-Creo que el ejemplo que dieron los jóvenes en Madrid en 2011 fue increíble. Además, por contraste, porque en aquellos momentos se estaba produciendo en Madrid el movimiento 15-M, que habían acampado en Sol, y que, de hecho, provocó algunos enfrentamientos de sus jóvenes, que se encaraban con los jóvenes de todo el mundo que llegaban a participar en la JMJ. Dos millones de jóvenes en Madrid: ni un incidente ni un altercado ni un problema con ellos, limpios, la ciudad brillante… Fueron un ejemplo para el mundo esos jóvenes. Es verdad que están escondidos, que no salen tanto en los medios, pero que existen. Allí lo demostraron.
»Fue, además de un encuentro con el Papa, una reivindicación de una juventud solidaria, generosa y comprometida. Hoy en día sigue habiendo esos jóvenes. Yo, que doy clase en la Universidad, me encuentro con muchos de ellos, pero es verdad que no hacen tanto ruido como pueden ser otros, que se reúnen en torno al botellón. Sí que creo que efectivamente diez años dan para pensar y evaluar que hay cosas que han cambiado, quizás a peor.
Huellas de una tormenta: evocación de un momento histórico para la Iglesia española.
»Yo creo que los jóvenes de hoy deberían vivir una JMJ, deberían tener ese encuentro, deberían sentirse parte de esa juventud brillante. Es triste ver cómo al final los jóvenes están saliendo en los Medios por los botellones, o por la cultura ni-ni, “ni trabajo ni estudio”, jóvenes que están más pendientes de la diversión que de labrarse un futuro, y no todos son así. Hay que reivindicar también a esos jóvenes que merecen la pena, que luchan por el futuro que se entregan y que son generosos, que los hay.
-Entre los jóvenes católicos, ¿cómo se ha podido traducir concretamente, en este tiempo transcurrido, esa fiesta por la fe y la vida de hace una década?
-Evidentemente una JMJ es un momento de una calidez personal, íntima, con el Señor muy grande, que da muchos frutos. Los más inmediatos se ven enseguida, a la gente les da como un chute de espiritualidad cuando participan en la JMJ. Es interesante ver en este libro como las huellas que ha dejado perduran 10 años después, porque efectivamente el encuentro que se produjo en Madrid transformó la vida de muchas personas. De otras puede pasar, como dice el Evangelio, a la semilla que cae en tierra firme o la semilla que cae al borde del camino y crece rápido pero muere si no se riega… Pienso que hay un brote brutal después de la JMJ y creo -por lo menos es lo que yo he constatado con este libro- que la semilla que se plantó hace diez años sigue dando frutos.
»Diez años dan para mucho, ha cambiado todo mucho y que hace falta, quizás, esa pujanza de los jóvenes otra vez en la Iglesia. La corriente globalista es muy fuerte, las presiones de lo políticamente correcto y de la idea dominante a nivel mundial también es muy fuerte, y en la Iglesia nos toca ir a contracorriente. Hace falta valentía. Creo que los jóvenes tienen que tirar del carro y ojalá la próxima Jornada Mundial de la Juventud participen muchos jóvenes, también españoles, y eso se note.
-¿Qué asignaturas pendientes cree que tiene el gobierno de España, y en general los políticos de nuestro país, en relación con los jóvenes?
-El gran problema que hay en España para los jóvenes es el paro, sin lugar a duda. Una población juvenil que no tiene grandes expectativas de trabajo, que no sabe qué va a ser su futuro (pues tampoco es lo más motivador para buscarlo). Ese es el gran problema. También, efectivamente, hace falta una motivación. Eso se llama esfuerzo, ilusión por el futuro. Quizás tampoco desde las instituciones se está sabiendo transmitir o hacer políticas que vayan en este sentido. Más bien todo lo contrario, quizás desde las instituciones, medios de comunicación incluso desde las propias familias, estamos creando una generación de jóvenes en donde no les estamos inculcando el valor del esfuerzo, del trabajo, de la entrega y del compromiso.
»Como sensación personal, creo que los jóvenes de ahora, comparados con los de hace diez años, salen menos hombres y menos mujeres a su edad. Salen más niños, menos maduros. Eso es responsabilidad de todos. Hay que preparar esos jóvenes para la vida, porque la vida no es fácil y requiere de sacrificio, entrega, generosidad y compromiso. Creo que participar en una JMJ con jóvenes de todo el mundo ayuda también a todo esto. Es un salto de madurez, también importante.
-¿Cuál ha sido el criterio para seleccionar los testimonios del libro recopilatorio?
-He pretendido con este libro buscar historias representativas en la que en las que los jóvenes de hoy se puedan sentir identificados y en la que cualquier lector que coja el libro sirva para rememorar lo que pasó hace 10 años en Madrid y también para sentirse identificado.
»Es decir, he buscado testimonios de gente normal, de gente que casualmente se encontró con la JMJ y les cambió la vida, incluso una conversión, de gente que le despertó una vocación -por ejemplo sacerdotal-, de voluntarios que acudieron, se conocieron allí, entregándose a los demás y ahora han formado una familia y tienen hijos. De gente que profesionalmente les cambió la vida. Es decir, he intentado buscar historias que cualquiera que lo lea se vea reflejado, y cualquier joven que esté pensando en ir a una JMJ los pueda leer e imaginarse dentro de diez años cómo puede ser su vida.
»Ese es el objetivo del libro, no solo rememorar lo que pasó hace diez años, sino también un poco de introspección. Que cada uno mire y diga qué huella le dejó a él y pueda verse reflejado en ellos.
-¿Puede darnos su testimonio personal, tanto de periodista como de quien quizá luego es transformado en un testigo más de dicho evento?
-En cuanto a mi historia personal, lo comenté antes. Fue muy intensa, no fue una retransmisión más, no fue fácil porque aunque hubo momentos también muy bonitos, otros lo fueron menos bonitos, pero el Señor lo encajó todo y me dio una gran lección de periodismo como servicio, no como protagonismo ni como fama, sino como servicio a los demás, servicio a la Verdad con mayúsculas. Todavía diez años después la huella que veo en mi vida profesional y personal es muy grande.
»No quiero dar más detalles para que la gente lea el libro y lo pueda ver.
-¿Para qué público objetivo se ha pensado preferentemente?
-El público objetivo del libro es toda la gente que participó, para que les sirva para rememorarlo, pues la verdad que dan ganas. También va dirigido a los jóvenes que estén pensando en ir a una JMJ, que lo puedan ver y verse reflejados. Es un buen regalo también para los jóvenes.