Lluis Companys fue un político independentista perteneciente a ERC que ejerció como presidente de la Generalitat de Cataluña durante la Guerra Civil. Bajo su mandato se produjeron en toda Cataluña, y en plena retaguardia, numerosas matanzas. El número se elevaría a más de 9.000 muertos. De todas ellos, Companys firmó de su puño y letra más de 400 condenas a muerte, mientras que con el resto de asesinatos se le acusa permisividad e incluso connivencia desde el poder que él ostentaba.
Pese a los horribles crímenes cometidos contra inocentes en la retaguardia Companys es un líder para una parte importante del separatismo catalán, por lo que se le han realizado numerosos homenajes. Incluso el estadio olímpico de Barcelona que albergó los JJOO de 1992 fue rebautizado con su nombre. Companys fue detenido en 1940 en Francia y entregado a España donde fue juzgado y condenado a muerte en Barcelona.
Ahora, el Parlamento catalán deberá manifestarse sobre la figura de Lluis Companys tras la petición del grupo parlamentario de Vox en la cámara catalana para que se repruebe al que fuera presidente de la Generalitat como responsable de la represión en la retaguardia catalana y se rinda homenaje a los catalanes asesinados bajo su gobierno.
De este modo, este partido político ha pedido que se retire el nombre de Lluís Companys de calles, centros oficiales, edificios públicos o monumentos “en atención a su responsabilidad política principal y directa”, como presidente de la Generalitat, “de los crímenes de la retaguardia” durante la Guerra de España entre 1936 y 1939.
Objetos religiosos y mobiliario quemado en la puerta de la bella iglesia de Santa María del Mar de Barcelona
El diputado de Vox Manuel Acosta explica en esta propuesta presentada en el Parlament que “de los casi 9.000 asesinados en Cataluña, durante el mencionado período, casi 400 fueron sometidos a juicio bajo la autoridad de Luis Companys, cuyas sentencias de muerte fueron firmadas por él. El resto fueron asesinados sin juicios o pasando por burlescos tribunales populares, bajo la supervisión del Comité de Milicias Antifascista”, asegura el grupo en la propuesta.
En la propuesta recuerdan que “Companys firmó el Decreto por el que se creó el Comité de Milicias Antifascistas, encargadas de perseguir, torturar y en última instancia asesinar en todo el territorio que estaba bajo su control a cualquiera que no simpatizara con los ideales republicanos totalitarios”. De igual modo, “entregó a los milicianos de la UCT, CNT, ERC y del POUM los fusiles de la Guardia de Asalto que estaban depositados en la Jefatura de la Vía Layetana, que fueron utilizados para asesinar a miles de inocentes catalanes”.
La propuesta recoge, así mismo, que “Companys tenía perfecto conocimiento de la existencia de 46 checas en Barcelona, y no hizo absolutamente nada para evitar las atrocidades que se cometían en esos centros; tortura física y psicológica, a menudo con métodos de un refinado salvajismo”.
Las terribles matanzas de católicos
De estas matanzas en la retaguardia un número muy importante se produjo contra católicos, a los que asesinaron en buena parte únicamente por ser creyentes. Estos hechos aparecen bien documentados en el libro de Javier Barraycoa Los (des)controlados de Companys (Libros Libres).
En este libro se cita igualmente a Jordi Albertí, que afirmaba que estos grupos que perpetraron las matanzas “ni eran descontrolados ni estaban desorganizados”. De hecho, existían unos 200 comités de Milicias y Patrullas de Control en toda Cataluña donde establecieron centros de detención y fueron a por personas concretas que tenían en listas preparadas.
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“Sabían que hacer la revolución empezaba por la eliminación de la Iglesia. A partir del primer momento del 19 de julio de 1936, la Iglesia Católica catalana y sus miembros fueron considerados indiscriminadamente como enemigos por los revolucionarios”.
Las cifras de asesinatos de obispos, sacerdotes, monjas y laicos católicos en la retaguardia durante la guerra en Cataluña son espeluznantes. Y se acusa a Companys, como mínimo, de no hacer absolutamente nada para impedir estas matanzas.
A nivel eclesiástico se produjeron en Cataluña 2.441 asesinatos. Entre los católicos catalanes asesinados había 3 obispos (sin contar los que mataron en tierra catalana), 1538 presbíteros, 824 religiosos y 76 monjas.
Las cifras que recoge el historiador Vicente Cárcel Ortí por diócesis estremecen, y sólo cuentan con sacerdotes diocesanos, sin contar religiosos ni monjas:
-4 obispos asesinados: Irurita (Barcelona), Huix (Lérida), Borrás (auxiliar de Tarragona), Polanco (de Teruel, ejecutado en Gerona en 1939).
-Diócesis de Lérida: 270 clérigos asesinados (el 65% del total que había en la diócesis).
-Diócesis de Tortosa: 316 asesinados (62% del clero).
-Diócesis de Vic: 177 asesinados (27% del total).
-Diócesis de Barcelona: 279 sacerdotes asesinados (22% del total).
-Diócesis de Gerona: 194 asesinados (20%)
-Diócesis de Urgell: 109 clérigos asesinados (20%).
-Diócesis de Solsona: 60 asesinados (13% del total del clero diocesano).
Además, 824 religiosos fueron asesinados en Cataluña del total de 2.500 que vivían en las distintas comunidades por toda Cataluña.
Todo esto ocurrió en la Cataluña gobernada por Companys. Sus defensores justifican su actuación achacando a que fueron grupos de descontrolados los que perpetraron las matanzas. Sin embargo, el escritor Jordi Albertí se pregunta: “¿pueden unos descontrolados matar a 70 curas al día, que era la media de agosto de 1936?”.