El pasado 7 de septiembre, y tras un año luchando contra la enfermedad, moría en Madrid a los 72 años el sacerdote Anastasio Gil, director nacional de Obras Misionales Pontificias.

Muy querido por los misioneros, sacerdotes y laicos de toda España se han producido durante los últimos días numerosas muestras de cariño con este religioso volcado en la misión y la evangelización.

El funeral se celebrará  este jueves 13 de septiembre en la catedral de la Almudena de Madrid a las 20 horas, y será presidido por cardenal Carlos Osoro.

Quienes le conocieron también han querido rendir homenaje a este sacerdote con algunos escritos que alaban su humilde figura. Uno de ellos ha sido firmado por la periodista Cristina López Schlichting, y otro por Justo Amado, trabajador de Obras Misionales Pontificas.

A continuación ofrecemos íntegramente ambos escritos:

El artículo de Anastasio Gil, por Cristina López Schlichting

Era todo uno. Acercarse el Domund y producirse la llamada, como la gota malaya, inexpugnable al desaliento: «Que si me escribes algo de las misiones»… y así fue, año tras año, que una ya no sabía que poner. Que si los niños que «postulan» con las huchas por las calles; que si tal o cual anécdota con misioneros de Albania, Argelia o India. Que si el ejemplo de esos  miles de hombres y mujeres que lo dejan todo atrás y se ponen el mundo –el más pobre siempre- por montera. Yo, que empezaba a escribir con pereza, siempre me sorprendía del resultado, como si un ángel amanuense actuase por orden de Anastasio. Se ha muerto Anastasio Gil, que llevaba las Obras Misionales Pontificias, y este año escribiré sola mi artículo sobre el Domund y me costará un dolor.

Era un segoviano discreto y alegre, uno de esos ligeros y enjutos, que rara vez salen en los periódicos, pero trabajan la vida entera sin cesar, como hormigas. Tenía la sequía y los inviernos tatuados en la cara y afrontaba todo con serenidad, como sin darle importancia. Anastasio ha hecho saltar a nuestros misioneros, siempre tan reacios a la propaganda, a los telediarios y los boletines de radio. Los trajo de los fríos de Siberia y los calores africanos; de las selvas americanas o el desierto magrebí. Y puso orden en la caja, porque era transparente. La Iglesia de su funeral reventaba anoche de gente agradecida. Tendrás siempre el artículo, Anastasio amigo, palabra.

Publicado en La Razón

Anastasio Gil, por Justo Amado

Ha fallecido Anastasio Gil García, director nacional de las Obras Misionales Pontificias, la que es casa del DOMUND y de la Infancia Misionera y de las Vocaciones Nativas, la institución dependiente de la Santa Sede y cauce de las ayudas a las misiones.

Ha fallecido un hombre recio, castellano, amante de Dios y del trabajo bien hecho. Una persona que ha dejado una huella imborrable en el mundo misionero, en los casi 20 años que ha estado al timón de las Obras Misionales. Primero como subdirector, junto al entonces director nacional y actual arzobispo de Pamplona, Mons. Francisco Pérez, y, después, como máximo responsable de la animación misionera en España.

Quienes le conocieron un poco admiraron su capacidad de trabajo y su infatigable labor al servicio de las misiones. Los que tuvimos el gusto de conocerle más, los que rezamos con él, los que trabajamos estrechamente con él, los que aprendimos con él, admiramos otras cosas. Para él, el más mínimo detalle relacionado con las misiones era importante. Ayudas, carteles, vídeos, herencias, llamadas, cartas, menciones, artículos... para hablar de su “tema”, de lo que ha sido su vida, la misión y las misiones. Y esto era lo que transmitía a propios y extraños: que la misión en minúsculas y la Misión en mayúsculas merecían todos los esfuerzos y todos los desvelos.

Ha logrado unir a la Iglesia misionera en España. Ha conseguido aunar a los misioneros con su Iglesia de origen, donde también se necesita la misión y su ejemplo de entrega a los demás. Ha estado cerca de las congregaciones de religiosas y religiosos, de las instituciones misioneras de laicos y de las muchas realidades y rostros de la misión en nuestro país. Y en la Conferencia Episcopal, en donde también llevaba adelante la Comisión de Misiones, fue conciencia, aldabonazo, recuerdo insistente de que la misión es responsabilidad de todos, no únicamente de quienes partieron un día a tierras lejanas.

Puso en marcha numerosas iniciativas para llevar la misión a nuestra sociedad, desde el “DOMUND al descubierto”, los pregones del DOMUND – aquel famoso de Pilar Rahola en la Sagrada Familia de Barcelona – hasta un seguimiento cercano de los miles de misioneros españoles… para que no fueran simples nombres, o números. Cómo no recordar el encuentro anual de jóvenes, todos ellos unidos por la misión… Y tantos viajes, tantas miles de llamadas, de correos electrónicos, de esfuerzos para decir que la “Misión” es lo más importante, que llevar el Evangelio es lo que despierta nuestra fe y la hace viva… El hacer lío del Papa Francisco no es otra cosa.

Los empleados de las Obras Misionales Pontificias que, como su familia, le hemos perdido, todavía estamos esperando que se levante de esta su última reunión y nos diga, como tantas veces: “Y ahora, señores, a trabajar”.

Justo Amado