El historiador Rafael Sánchez Saus es el director del Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la ACDP, y que este año se celebrará los próximos 15, 16 y 17 de noviembre en Madrid con la libertad educativa como eje central.
En una entrevista con el boletín de la Asociación Católica de Propagandistas, Sánchez Saus explica que “el 21 Congreso de Católicos y Vida Pública tiene como tema la libertad de enseñanza y como título Libertad para educar, libertad para elegir. Por tanto, todo en él gira en torno a esa acuciante cuestión que es la libertad de los distintos miembros de la comunidad educativa para decidir el modelo que se prefiere desarrollar en un centro, y muy especialmente la de los padres para elegir la clase de educación que desean para sus hijos”.
En su opinión, “ni los españoles en general, ni los católicos en particular se muestran muy concienciados sobre la importancia de la libertad educativa y lo que está en juego. Precisamente por ello, la ACdP, además de dedicar el Congreso de este año al tema, decidió lanzar una gran campaña de concienciación, plasmada en la plataforma ‘yolibre.org’”.
"La enseñanza nunca es neutral"
Sánchez Saus agrega que “la enseñanza nunca es neutral y si no somos conscientes de que hemos de procurar para nuestros hijos la que consideramos adecuada, acabarán educándolos en otros principios y valores”.
Como historiador explica que “la libertad de educación no ha sido vivida como una prioridad en España porque siempre pareció más urgente asegurar una educación sin más a una población que hasta mediados del siglo XX presentaba enormes tasas de analfabetismo. Además, al ser España un país muy mayoritariamente católico, parecía lógico que la educación se ciñera, de una u otra forma, y no sólo en lo religioso, a los valores imperantes y ampliamente compartidos. Y básicamente así era”.
Pero ahora, señala que “está claro que ese panorama ha desaparecido, que hoy vivimos en una sociedad plural en la que cada confesión religiosa, y otras expresiones de ese pluralismo, deben velar para que sus hijos sean educados en el entorno y en los valores que le son propios. De no ser así, ello no significará que habrá una educación general válida para todos, antes bien que los niños quedarán sometidos al pensamiento dominante, hoy a lo políticamente correcto”.
Mayor compromiso de los responsables de la comunidad educativa católica
Sin embargo, cree que falta entre los católicos más motivación para defender esta libertad de educación. “Echo de menos un mayor compromiso de los grandes actores de la comunidad educativa católica con la libertad de educación. A menudo ésta cuenta mucho menos que otros intereses. En España existe un temor reverencial al poder, un poder acostumbrado a salirse siempre con la suya cuando de los católicos se trata. Por ejemplo, cuando se ha intentado perturbar la vida de centros católicos desde el poder político mediante la aplicación puntillosa de normas abusivas y atentatorias contra el ideario de los centros, no he visto ni veo la adecuada reacción”.
Acerca de la aportación de la educación de inspiración católica a la sociedad, Sánchez Saus afirma que “la educación católica, cuando verdaderamente lo es, tiene que estar firmemente asentada en los valores del Evangelio. Por tanto, lo que aporta a la sociedad es lo que el cristianismo le aporta. Para algunos eso no vale nada, pero los cristianos sabemos que es la sal y la luz del mundo. Otra cosa es que como educadores estemos teniendo éxito en esa misión y en la fundamental de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. El margen de mejora es inmenso”.
Un derecho a defender
Durante la entrevista, el director del Congreso de Católicos y Vida Pública también habló de los retos para la libertad de educación en la España de hoy. En su opinión, "quizá el principal es que la sociedad comprenda que se trata de un derecho reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la Constitución, no de una concesión graciosa del Gobierno o del partido de turno. Y se movilice en su defensa para asegurarlo en favor de los niños y jóvenes que son sus beneficiarios finales”.
Por lo tanto, considera que “todo lo demás debería venir por añadidura: las cuestiones relativas al ideario de los centros y su respeto escrupuloso por las autoridades; las referentes a financiación, único medio de asegurar el efectivo derecho de elección por parte de los padres, y las que crean hoy limitaciones inaceptables a la iniciativa empresarial o apostólica para la creación de nuevos centros allá donde resulte conveniente o se demande. Y no olvidemos, en muchas provincias españolas, la imposición lingüística, con grave quebranto de la libertad de profesores, alumnos y padres en este asunto esencial”.