Los sacerdotes operarios Francisco Cástor Sojo López, Millán Garde Serrano, Manuel Galcerá Videllet y Aquilino Pastor serán beatificados el próximo 30 de octubre en la catedral de Tortosa (provincia de Tarragona), como mártires asesinados por odio a la fe en España entre 1936 y 1938.
Se trata del último grupo de mártires de la Hermandad de Sacerdotes Operarios durante la persecución religiosa del siglo XX en España. La hermandad fue fundada por el beato Manuel Domingo y Sol en 1883 con el deseo de trabajar por la santificación de los sacerdotes.
El director de la Hermandad, Florencio Abajo Núñez, ha compartido a través de un comunicado el anuncio de la fecha y el lugar para la celebración de la beatificación, una vez confirmadas por la Santa Sede.
“Tenemos que hacer fiesta. Pero, sobre todo, debemos vivir este tiempo como una profunda experiencia espiritual que nos anime a seguir avanzando en la senda hacia la santificación, tanto personal como del conjunto de la Hermandad”, exhorta el director en su comunicado.
El pasado 29 de septiembre de 2020, el Santo Padre autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto concerniente al martirio de estos cuatro sacerdotes operarios diocesanos. Dieron su vida por Cristo durante la Guerra Civil Española, cuando ejercían como formadores en los seminarios de Ciudad Real, León y Baeza.
Francisco Cástor Sojo López nació en Madrigalejo (Cáceres). A los 11 años ingresa en el Colegio San José de Vocaciones Sacerdotales de Plasencia. Desde allí fue destinado al Colegio Vocacional de Lisboa con los Operarios, y en 1902 fue admitido en la hermandad, siendo ordenado sacerdote en en Plasencia en 1903. El 6 de julio de 1917 fue nombrado rector del Seminario Mayor de Plasencia. También fue administrador del Seminario de Badajoz durante cinco años, y en 1924 llega al Seminario de Segovia. En 1933 llegó a Ciudad Real como mayordomo del seminario. La madrugada del 13 de septiembre de 1936 fue martirizado a las afueras de la ciudad. Tenía 55 años.
Millán Garde Serrano era originario de Vara del Rey (Cuenca). Nacido en 1876 y ordenado en 1901, desarrolló su ministerio como formador en Toledo y Badajoz. Asimismo, fue administrador del seminario de Astorga y director del colegio vocacional de Plasencia. Falleció, a consecuencia de los golpes de sus agresores, en una cárcel de Cuenca el 7 de julio de 1938, con 62 años.
El 20 de julio de 1936 el seminario de Baeza fue violentamente clausurado. Aquilino Pastor Ramos, joven de 25 años que llevaba sólo un año de sacerdote, y Miguel Galcerá, que era el director espiritual, se escondieron en algunas casas. Después de ser descubiertos permanecieron prisioneros en los sótanos del ayuntamiento de Baeza.
Aquilino Pastor era natural de Zarza de Granadilla (Cáceres). El día 28 de agosto de 1936, sin que mediara juicio ni proceso alguno, Aquilino fue conducido al Cerrillo del Aire, a unos 9 kilómetros de Baeza, en el término municipal de Úbeda, donde fue asesinado. Tenía 25 años, y uno de sacerdote.
Manuel Galcerá Videllet nació en Caseras (Tarragona). Nacido en 1877, ingresó en la hermandad de los Operarios en 1906. Fue vicerrector del Colegio Español de Roma. También llevó a cabo su ministerio sacerdotal en distintos seminarios de toda España. Fue martirizado junto a otras 30 personas de la diócesis de Baeza (hoy Jaén). Murió en Ibros (Jaén) el 3 de septiembre de 1936, con 59 años.
Son los cuatro operarios que quedan por beatificar de un total de 30. Los primeros mártires operarios fueron beatificados por San Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995. Se trata del grupo de Pedro Ruiz de los Paños y 8 compañeros mártires. El segundo grupo, compuesto por Joaquín Jovaní Marín y 14 compañeros, fue beatificado en la gran ceremonia de Tarragona el 13 de octubre de 2013. Dos operarios más fueron beatificados el 25 de marzo de 2017, dentro de la causa de José Álvarez-Benavides y de la Torre y 114 compañeros, de la diócesis de Almería.
El Director de la Hermandad pide, en su comunicado, dar “gracias a Dios por este bien que hace a la Iglesia y a la Hermandad”.
Y concluye: “Que el testimonio de los futuros beatos Francisco Cástor, Millán, Manuel y Aquilino ilumine nuestro sacerdocio. Que su sangre derramada ayude a todos los sacerdotes a descubrir en la configuración con Cristo el mejor proyecto para sus vidas”.