El cardenal Robert Sarah, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, fue investido este viernes doctor honoris causa por la Universidad Católica de Valencia, en un acto que contó con la presencia del cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia, su predecesor en ese cargo en la Santa Sede, y el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza, además de otros obispos y de autoridades académicas y civiles.
La distinción se le ofrece "por su extraordinario servicio a la Iglesia" a lo largo de las responsabilidades que le fueron confiadas por tres pontífices: San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, como arzbobispo de Conakry primero y luego, ya en el Vaticano, como secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum y prefecto del Culto Divino.
Evangelizar, la mejor obra de caridad
En su discurso de investidura, el purpurado guineano, de 75 años, lamentó que hoy se pida a la Iglesia "desvincular la caridad de la fe" y centrarse exclusivamente en las obras de caridad, pero "si a las obras de caridad les falta la fe, entonces ya no hablamos de caridad, sino de filantropía”.
“El mundo no pone objeciones a las obras concretas de misericordia, sin embargo sí muestra hostilidad hacia la verdad de la fe, especialmente en el marco de la 'dictadura del relativismo' que tantas veces ha denunciado el Papa Benedicto XVI", continuó el cardenal: "Se exige a la Iglesia, para ser aceptada", que se adapte "a los criterios del mundo, a las ideologías del momento, a los intereses de los que gobiernan. Por supuesto, eso impediría una de las mayores obras de caridad que pueden hacerse, que es la predicación del Evangelio".
El cardenal Sarah denunció también que se recurra a la "paz" para "justificar la inacción de los pastores hacia aquellos que ponen en peligro la misma unidad de la Iglesia al adulterar su enseñanza mientras enarbolan la bandera del amor. Si la paz es un efecto de la caridad, ¿puede darse una auténtica paz allá donde se niega la Verdad?”.
En una clara alusión al reciente proyecto de ley socialista para perseguir a los grupos provida, el cardenal Sarah mencionó a los países -España no es el único- que pretenden castigar incluso con penas de cárcel a quienes ofrezcan ayuda material o espiritual como alternativa a las madres que acuden a los abortorios: “La dignidad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural no es patrimonio exclusivo de la fe cristiana, pero sí es una parte irrenunciable de la misma. Nadie se opondría a que a una mujer embarazada se le ofrezca ayuda material, pero si esa ayuda hace explícito el convencimiento de la dignidad inviolable de la vida que alberga en su seno, entonces ese acto de caridad se ve rechazado y perseguido por el mundo. Y no faltan, incluso entre los que se dicen cristianos, quienes exigen que se renuncie a este tipo de acciones”.
"Maestro espiritual"
Por su parte, el cardenal Cañizares definió a su compañero en el colegio cardenalicio como "un humilde y sabio pastor que también sabe de la amargura de la persecución y del gozo del testimonio libre de la fe de la Iglesia en Jesús, su piedra angular, presidida por Pedro y sus sucesores, cuya palabra no está encadenada”.
Dijo también que "es un maestro espiritual que habla apoyándose en una honda intimidad con el Señor en el silencio", en alusión a una de sus obras más célebres, La fuerza del silencio. Y recordó "su extraordinaria lucidez al elaborar un diagnóstico real del mundo moderno y de la Iglesia que, lejos de ser pesimista, lleva a un nuevo ardor apostólico, no se entretiene en ofrecer soluciones humanas”.
Por último, el rector de la Universidad Católica de Valencia, José Manuel Pagán, reiteró en ese sentido que "la verdad no es un producto del imperio de la mayoría", con cuyo respaldo "se pueden cometer las mayores atrocidades": "Cuando la eutanasia avanza en España y Europa reconoce el derecho a matar", un acto como el que se celebraba "quiere ser una llamada a que no nos preocupe ir contracorriente, que no nos pese ser minoría, como los primeros cristianos... Debemos redoblar como Universidad nuestro compromiso con una alternativa a la cultura dominante y hacer presente a Dios en medio de esta generación".