Las concepcionistas de Viveiro (Lugo) llevan más de 4 siglos en su convento. Es la Orden de la Inmaculada Concepción fundada en el siglo XV por Santa Beatriz de Silva, con la ayuda de la reina Isabel la Católica. El monasterio de Viveiro es un Bien de Interés Cultural, dentro del catálogo de monumentos del patrimonio histórico de España.

Allí está, con 97 años de edad, sor Isabel, la más veterana del convento. A su edad, tiene un dinamismo envidiable: cada día trabaja en la sala de costura. ¿Cuántas personas de 97 años siguen trabajando día tras día? Sor Isabel recuerda con una mezcla de orgullo y de humildad que sus manos han bordado buena parte de los estandartes de las cofradías de la Semana Santa de Viveiro.

Ha explicado a Pepa Losada y Lucía Rey, en La Voz de Galicia, cómo fue su vocación religiosa y como vive hoy esta vocación, después de tantos años.

Su nombre civil era María Josefa González Teijeiro y su familia le llamaba Maruja. «Con 14 años ya quería ser monja», dice, aunque tardó bastantes años en lograr entrar en el convento de las concepcionistas, el que siempre quiso.

«Éramos siete hermanos y yo era la responsable de todos. Trabajé de modista, me divertía mucho en las fiestas y tuve pretendientes, pero mi sueño era ser monja y me consagré con 36 años», relata.

Después de seis décadas en la Concepción, quiere insistir en que su vida es muy activa. «Aunque alguna gente piensa que las monjas no hacemos nada, no es cierto: sea durmiendo sea despiertas no paramos», sonríe junto a las máquinas de coser en la sala de costura donde todavía trabaja a diario con sor Francisca, sor Lina y otras religiosas del convento. Hay 12 religiosas en la casa, son como una familia.

Sor Isabel cree que al otro lado de los gruesos muros del convento «se vive aceleradamente, con prisa y se piensa poco».

¿Qué hace falta para ser religiosa de clausura? «Se necesita vocación, sentir la llamada de Dios, pero también saber adaptarse a la vida en comunidad», destaca sor Teresa, la abadesa.