Aquellos que quieren destruir la educación concertada en España, algunos de los cuales se encuentran en el gobierno de la nación y en varias comunidades autónomas, son conscientes de que no pueden acabar de un plumazo con miles de colegios que albergan a cientos de miles de alumnos y congregan a decenas de miles de trabajadores.
Su estrategia desde hace tiempo pasa por ir asfixiando poco a poco a los colegios concertados con una financiación inadecuada, impidiéndoles crecer eliminando para ello la “demanda social” y poniendo trabas para que poco a poco estos proyectos educativos vayan muriendo. O algo mejor para las autoridades públicas que lo fomentan: que esos centros pasen a ser públicos pasando a su red a bajo coste, con toda la infraestructura hecha y el proyecto en marcha. Eso sí, sin ningún tipo de ideario, y menos si es católico.
Esto no es una suposición sino que está ocurriendo ya en Cataluña, por ejemplo. En esta región, varios colegios concertados han solicitado a la Generalitat convertirse en públicos ante la asfixia económica en la que se encuentran y que el Covid ha acelerado.
Según informa El Mundo, estos colegios y cuya mayoría son de ideario católicos se veían abocados al cierre ante el concierto insuficiente que reciben del gobierno regional, la caída de la natalidad con el menor número de matrículas que implica y debido también a la crisis del Covid, que dificulta a las familias ofrecer una cuota voluntaria.
Para ello, estos centros se van acoger a un decreto autonómico, único hasta el momento en España, que permite el rescate de escuelas en dificultades. Tres colegios se han acogido a este decreto este curso y otros cuatro lo harán el que viene. En total 2.600 plazas que pasarán de la concertada a la pública.
El cambio tiene consecuencias drásticas pues estos colegios deberán renunciar a su ideario por completo. No podrán tener crucifijos, el director será un funcionario que puede cambiar por completo el proyecto del centro…
Incluso hasta los nombres de los colegios cambian para eliminar cualquier referencia que pueda ser religiosa. El colegio Marillac pasa a denominarse Institut Escola Sicília; el Sagrada Familia se transforma en Institut Escola Londres, y el Sagrat Cor, en Institut Escola Aldana.
Estos tres colegios ubicados en Barcelona se convertirán en públicos a partir del curso que viene. Pertenecen a las Hijas de la Caridad. Son centros pequeños y con más de un 50% de alumnado inmigrante. “Nos hemos convertido en públicos porque el concierto no cubre todos los gastos. En Cataluña se nos permite ofertar una hora más de escolarización que no se concierta y que pagan las familias, pero el Covid ha llevado a muchas de ellas a perder su trabajo y no tenemos otros generadores de recursos adicionales, como pueden ser una piscina o un gimnasio. Los centros pequeños y con vocación de servicio tenemos más dificultades porque no logramos cubrir los gastos de luz, agua, administración...”, cuenta Juan Oñate, representante de la titularidad de estos tres colegios.
Ante esta situación, Luis Centeno, secretario general de Escuelas Católicas, denuncia que “la asfixia económica se produce también en Andalucía y Extremadura, donde los módulos del concierto son bajos y no hay costumbre entre las familias de colaborar económicamente con los centros. También en Asturias, Cantabria, Galicia o Castilla y León, donde a la caída de la natalidad se suma una economía limitada de subsistencia con costes mayores de calefacción y mantenimiento de los edificios”.
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