La pandemia de coronavirus, con el terrible número de muertes, los confinamientos y la alteración de la forma de vida de las personas, ha hecho temblar los cimientos en los que se asienta la estabilidad de millones de personas.
En una sociedad con pocos referentes lo inmediato es lo que manda, especialmente para los jóvenes, los “millennials”. Y cuando el coronavirus los ha encerrado en casa o ha cerrado sus discotecas, bares… se han dado contra un muro pues los ejes de su vida se han venido abajo.
Es en este momento en el que algunos de estos jóvenes han recapacitado sobre su vida y se han hecho preguntas que el ruido de sus vidas y el ajetreo diario no les permitían oír: de dónde venimos y hacia dónde vamos, para qué existimos… Y la respuesta en algunos casos les dirigía al cristianismo, a la Iglesia.
Es lo que le ha ocurrido a María Palmero, una joven periodista millennial que escribe en Voz Populi y antes lo hizo en El Confidencial, que confiesa que esta pandemia le ha hecho pensar sobre la fe, algo que nunca había hecho.
En redes sociales, esta joven periodista que escribe de tendencias, modas, cotilleos e incluso sobre temas de sexualidad sorprendía a sus seguidores afirmando: “Voy a empezar a ir a misa, y no es broma. Hice la comunión pero nunca me dio por ahí. Ahora, tras el confinamiento, he sentido una especie de llamada. Supongo que es una reacción normal. En fin, eso es todo”.
María Palmero reflexiona sobre jóvenes, fe y coronavirus / Foto- Twitter de María Palmero
Este debate interior parece que no acabó ahí porque unas semanas más tarde ha publicado una columna en Voz Populi titulada Millennials: los curas os esperan, iniciada con su propia experiencia.
“La pandemia me ha hecho reencontrarme con la Iglesia, y no soy la única joven a la que le ha ocurrido. Millennials ateos y agnósticos también están yendo a las parroquias, pero ¿en busca de qué?”, cuenta Palmero, que para responder esta pregunta en su artículo se ha apoyado en dos jóvenes sacerdotes, entre otras personas.
Esta joven periodista recuerda que en el confinamiento muchos lo pasaron muy mal pero a otros les ha venido bien porque “se dieron cuenta de que su vida estaba vacía, que no tenían vínculos fuertes con nadie. Que sus amigos sólo eran amigos, personas que van y vienen, y no su familia. Que igual malvivir en un piso enano en el centro de la ciudad y trabajar de lo suyo a cambio de un mísero sueldo no era un plan bueno de vida. Cuando al alcohol, el sexo esporádico y sin compromiso y las sustancias alegres dejaron de condimentar sus vidas, se vieron a sí mismos y lo poco que habían construido en sus últimos años de existencia”.
Por ello, cree que “la pandemia ha sido un salvavidas para muchos jóvenes, pues se han dado cuenta de lo que realmente es importante en la vida. Y muchos de ellos han encontrado un refugio en las parroquias, aquellas que sólo pisaban en bodas, bautizos y comuniones, si eso”.
María Palmero asegura que ella era una de esas jóvenes que no quería “atarse con un hijo pudiendo vivir la vida libremente ni “vivir con una pareja pudiendo tener una casa para mí” ni “una vida estable pudiendo disfrutar del momento”.
Sin embargo, reconoce que “durante los últimos meses me replanteé muchas cosas y sentí una especie de llamada hacia la iglesia, hacia la fe.”
“¿Por qué de pronto tenía ganas de ir a misa si mi único contacto con el catolicismo fue hacer la Comunión y poco más? ¿Por qué tenía tantas ganas de escuchar a los párrocos y de estar en contacto con la Iglesia? ¿De casarme y de plantearme tener hijos? ¿Le habrá ocurrido a más gente, a más jóvenes?”, se pregunta.
Esta joven está en el inicio de este camino, de empezar a responder estas preguntas y conocer qué dice la Iglesia y qué puede hacer Dios en su vida. Pero todo este proceso comienza siempre con un cambio de actitud, de abrir la puerta. De momento María Palmero ha decidido abrirla.
Juan Manuel Góngora tiene más de 20.000 seguidores en Twitter / Foto- Diario de Almería
Para saber si a más jóvenes les ha pasado como a ella, la periodista ha preguntado a varios sacerdotes. Uno de ellos es el padre Juan Manuel Góngora, cura de 32 años diocesano de Almería y muy activo en redes sociales.
"La pandemia nos ha hecho darnos cuenta, a todos los niveles, de lo que es verdaderamente importante en la vida, como son las relaciones familiares, el amor hacia los demás. Lo que en la vida cotidiana pasaba más desapercibido, ahora se le da más importancia. El confinamiento ha sido un shock tan fuerte que ha empujado a muchos a hacer examen de conciencia", afirma el padre Góngora.
En experiencia del propio sacerdote, “los jóvenes que vienen buscan cosas verdaderas, lo auténtico de la vida ante el muestrario que tenemos (medios, avances digitales...), pues muchas veces nos quedamos en un mar de artificio. Lo que veo cuando hablo con ellos –e intento rascar un poco– es que les hace falta algo autentico en sus vidas, y más auténtico que la fe poco van a encontrar en este mundo. El tener fe te provee de una moral, de unos procedimientos en tus actos, de una armadura".
Manuel Navarro es párroco en el barrio de Carabanchel de Madrid.
Por su parte, Manuel Navarro, sacerdote de 36 años y párroco en Carabanchel Bajo (Madrid) además de capellán en la Universidad Politécnica específica que en su caso "el tema del sacramento sigue igual, pero sí vienen muchos (jóvenes) a colaborar con Cáritas y a ayudar a gente. Y son personas nuevas y muy jóvenes".
El padre Navarro sí confirma que es la gente joven la que desde abril más se está animando para echar una mano para descargar camiones con comida y otros bienes de primera necesidad que luego reparte la parroquia. "Han venido muy rápido, nos ayudan en todo: desde sacar el material hasta llevar alimentos a personas que no podían salir de sus casas por unas razones u otras", afirma.
"Hay muchas familias que están sufriendo, y aunque algunos medios de comunicación intenten ocultar ciertas cosas, las colas que se forman para recibir alimentos las ve todo el mundo. Los jóvenes las ven y vienen a decirnos que en qué pueden ayudar", añade este religioso.
Por ello, estos sacerdotes ven como la caridad que muestra la Iglesia es una forma de atraer a estos jóvenes: "Los curas estamos aprovechando ese gancho, ese deseo de hacer el bien y de colaborar, para que conozcan realmente qué hacemos en las iglesias".